miércoles, 17 de febrero de 2010

Mabel Stricker

Todo azul


“…al día siguiente no murió nadie…”
JOSÉ SARAMAGO


todo ya había sucedido
no había más donde dolernos
ni llorarnos /qué/
ni un poco de lluvia ennegrecida había

fue ayer
la vana soledad de tres jazmines
todo el azul huyendo
tras el último rayo de sol

fue la tarde anterior

había sido ya todo
solo quedó -en el aire-
ese como gusto a vidrio arañando el corazón

todo comenzaba a no ser

había que armar los moldes del pan de cada día
había que llevar al fuego otras ollas de sopa
con el azul en fuga
cuando había un hueco
ahí
donde antes estaba
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Barro tal vez - L. A. Spinetta Y M. Sosa

Envejece en las ventanas

envejece en las ventanas
este otoño instalado
escondido en el ocre
nos desnuda

no solventa revoluciones
este tiempo,
ni sustenta gracia

salvo en tu vientre
donde la maravilla se complota

todo será mejor
es innegable
cuando tu invierno estalle a la ternura

será más frágil
tenue
casi leve
inmensidad de presencia
pequeñita

cuando tu carga de verano ungida
avance
insondable
al destino
de tus brazos

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“…hay dias mancos:::”
Valeria Assenza Parisi

días
sin respiro
opaca la luz
no tiembla de gozo
la hoja del verano
todo es escalar
el sueño
último refugio
ni se asoma

hasta que
gorgeo húmedo
tiernos los labios
ojos azules
tira de mi

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mi habitante desterrado
camina en la jungla
celestes sombras lo atraviesan

aún navega, socavando
en solitarias muchedumbres

es mi habitante
culpable de la noche

es el primero
y el último
en asombro

finalmente es
mi única estrella

mi habitante
jamás será testigo

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Y está ese nombre ahí
sin nadie para ser nombrado
Aquí se queda
cruzado en la memoria
Y ella que no está
y el nombre se calla

Acá quedan
las Marías, los José,
sin quién

Qué vamos a hacer con tantos

Nombres solos
que tenían a alguien
y ahora están ahí
y acá
inolvidablemente vacíos

Cuántos más serán
así
sin presencias
desolados
hasta que no haya
que nombrarme


Derecho de autor

y seremos nosotras
recordadoras de infinitos
las que traemos en la carne la luz

iniciadoras de la promesa
cultivamos el olivo
arrojamos miguitas a las palomas
tótem del augurio en la fiesta triunfal

somos nosotras, entonces,
encendedoras del fuego
revolviendo el caldero
prontas a sanar al hijo que vuelve del camino

nosotras
las eternas amamantadoras
sembraremos los guijarros
para marcar el regreso

nosotras, las como niñas,
capaces de aceptar
el mínimo hueco entre el tronco y la rama


nosotras,
las eternas
quienes apagamos la luz
cuando el mundo estalla



Las otras

otras yo viven en mi
cuantas desde mi
llegan a vos
aquella de los pájaros
la que hunde sus manos en tierra
esta, pies firmes, mirada blanda
otras que no son yo
y sin embargo me contienen
me incluyen
aquellas otras que desconozco
que de memoria me sé
que me superan
o me parten en dos
esa otra yo que ni me mira,
descubre lunas en el espejo
trasciende orillas
se apoya en mi
tal vez será la que, al fin,
te acompañe por un trecho.



Mabel Stricker

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Poesía del Mondongo

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