miércoles, 30 de marzo de 2011

Violeta Parra


     

Qué he sacado con la luna

¿qué he sacado con la luna
Que los dos miramos juntos?
¿qué he sacado con los nombres
Estampados en el muro?
Como cambia el calendario,
Cambia todo en este mundo.
¡ay, ay, ay! ¡ay! ¡ay!

¿qué he sacado con el lirio
Que plantamos en el patio?
No era uno el que plantaba;
Eran dos enamorados.
Hortelano, tu plantío
Con el tiempo no ha cambiado.
¡ay, ay, ay! ¡ay! ¡ay!

¿qué he sacado con la sombra
Del aromo por testigo,
Y los cuatro pies marcados
En la orilla del camino?
¿qué he sacado con quererte,
Clavelito florecido?
¡ay, ay, ay! ¡ay! ¡ay!

Aquí está la misma luna,
Y en el patio el blanco lirio,
Los dos nombres en el muro,
Y tu rastro en el camino.
Pero tú, palomo ingrato,
Ya no arrullas en mi nido.
¡ay, ay, ay! ¡ay! ¡ay!



Violeta Parra
Violeta Parra nació en San Carlos, en la Región de Chillán, al sur de Chile. Su padre era profesor de música, su madre una campesina guitarrera y cantora. Fueron nueve hermanos que vivieron su infancia en el campo.
En 1965 viaja a Suiza donde filma un documental que la muestra en toda su magnitud. Retorna a Chile y canta con sus hijos en la Peña de Los Parras, en la calle Carmen 340 en Santiago, Inaugura el Centro de Arte en una carpa; graba discos de música instrumental. Viaja a Bolivia en 1966, ofrece conciertos en regiones del sur de Chile, continúa grabando acompañada de sus hijos. Regresa a Santiago para continuar su trabajo en La Carpa, escribiendo allí sus últimas canciones...

Fuente: http://www.violetaparra.scd.cl/biografa.htm

Intérprete: TONOLEC

lunes, 28 de marzo de 2011

José María Pallaoro




28 DE MARZO DE 1968

Por José María Pallaoro


Habrá sido un viernes o un sábado. No lo sé. Ayer hablé con Emilia. En realidad antes lo había hecho con Juan. No se acordaba. Ni siquiera el año se acordaba. Yo pensaba que fue en 1970. Pero no. ¿Había llegado el hombre a la luna? “No lo sé, che. Tengo 73” (y no hablaba de una fugaz primavera).

La calle 15 seguía de tierra. Al Gordini lo pintaron con cal y palabras y buenos deseos y anudaron latas a hilos de algodón que ataron al paragolpe trasero. Emilia prometió que iba a mostrarme las fotos. Y me confirmó el día: 28 de marzo de 1968. No le pregunté si fue viernes o sábado. Ellos se casaban. Hoy se cumple cuarenta y tres años. En esos días yo andaba por los nueve y un mes exactos. Y esa noche me enamoré por primera vez.

Jamás lo había contado. Tal vez no me lo hayan preguntado (y eso que es una buena pregunta), aunque sé que el asunto sólo a mí puede interesarme. "No se dio la oportunidad" posiblemente hubiese dicho mi vieja antes del ACV.

El tiempo hace que la carga vaya siendo más liviana. Por eso quiero decir que un 28 de marzo de 1968 me enamoré por primera vez. Dudaba un poco. Porque creía que la mujer que me hizo conocer el dolor del amor no correspondido había sido María Inés. Pero no. No. Con María Inés fue por el 70, o por el 71. Antes de entrar al secundario.

Pero, qué cosa ¿no? Recordar el día exacto que me enamoré por primera vez. Y el hombre aún no había llegado a la luna. No, no voy a discutir las diferentes teorías acerca del tema. La verdad es que nada me importó la banderita del imperio flameando en el suelo lunar. Para mí la luna es la de Li Po o la de Tuñón. Hoy y siempre.

Yo creía que la primera vez que me enamoré estaba bigoteando. Ahora sé que la rima de la lluvia tenía mis años, y que me gustaba encender el fuego escuchando Penny Lane porque lo único que se necesita es amor (la sed verdadera todavía no me había hecho tomar el tren hacia el sur), y la creencia de aguas claras no sonaban en el Winco, aunque las chicas hacían ruido en el Whisky a Go Go junto a Johnny Rivers (¡guau, micifuz!, ¡todavía conservo ese disco!), y no había necesidad de pintar el universo de negro porque todo comenzaba a ser color.

Hubo un tiempo, muy breve, que los Rolling me gustaron más que los Beatles. Quizás porque los simples de los Stones que traían mis hermanos mayores (adolescentes en ese momento) tenían un sonido más crudo, más bluseado, más “negro”. Igual el trayecto de las piedras rodantes fue cortito como patada de chancho (mi signo zodiacal chino) y las cosas volvieron a tomar su cauce: ¡Nunca sus majestades satánicas podían gustarme más que esos muchachos que cantaron a los hijos de la madre naturaleza!

Había mucha familia en casa de mis queridos tíos. Y también se encontraba la chica de la que me enamoré por primera vez. Tenía el pelo como oscurecido de nubes y a pesar de eso se parecía a Susanita. No deseo ser tan malo, digamos que una mezcla de Susanita y Mafalda. Físicamente más parecida a Mafalda.

Me quedé casi toda la noche en el jardín. Y la veía pasar por el largo y sinuoso camino que iba desde la casa hasta el quincho. Iba y venía, una y otra vez, la chica de la que me enamoré por primera vez.

Caminaba ligero y derechita como caña de bambú, con nueve años (casi diez) tenía personalidad. No recuerdo si llegamos a hablar, a decirnos algo. Siempre fui muy tímido y en esos años tartamudeaba, así que supongo que si alguien habló fue ella. Aunque no lo puedo asegurar.

Voy a esperar a que Emilia me muestre las fotos. La quiero ver a ella, y me quiero ver. No, no puedo creer en eso de que las fotografías quitan el alma a las personas. Tal vez haya quedado algo de nosotros en esos tarjetones amarillentos. Sí, después la vi infinitas veces. Pero nunca le dije que fue la chica de la que me enamoré por primera vez.

Ahora se lo estoy diciendo.





José María Pallaoro
Nació en La Plata el 28 de febrero de 1959. Dirigió la revista de poesía El espiniyo. Es editor de Libros de la talita dorada. Publicó en poesía, entre otros títulos éditos e inéditos: Pájaros cubiertos de ceniza (1982-1990), Breve cielo (1982-1985), Latidos (1982-1990), Cuando llueve el mundo es otro (1985-1990), En medio de la lluvia (1983-1991), Es hora de volver a Jimmy Hendrix (1994), El mago (1998-1999), El bostezo del viento (1998-2000), Andante tren (2001), El estado de las cosas (2001-2002), El vino del azar (2001-2004), Son dos los que danzan (2005), Setenta y 4 (2008) y Basuritas (2010). Desde siempre reside en City Bell, donde coordina un taller de escritura y el Espacio Cultural La Poesía.
jmpallaoro@gmail.com
http://www.josemariapallaoro.blogspot.com/

sábado, 26 de marzo de 2011

Nicolás Guillén




EL CARIBE


En el acuario del Gran Zoo,
nada el caribe.

Este animal
marítimo y enigmático
tiene una cresta de cristal,
el lomo azul, la cola verde,
vientre de compacto coral,
grises aletas de ciclón.
En el acuario, esta inscripción:
                                                           “Cuidado: muerde”.



GUITARRA


Fueron a cazar guitarras,
bajo la luna llena.
Y trajeron ésta,
pálida, fina, esbelta,
ojos de inagotable mulata,
cintura de abierta madera.
Es joven, apenas vuela.
Pero ya canta
cuando oye en otras jaulas
aletear sones y coplas.
Los sonesombres y las coplasolas.
Hay en su jaula esta inscripción:
                                                             “Cuidado: sueña”.



EL HAMBRE


Éste es el hambre. Un animal
todo colmillo y ojo.
Nadie le engaña ni distrae.
No se harta en una mesa.
No se contenta
con un almuerzo o una cena.
Anuncia siempre sangre.
Ruge como león, aprieta como boa,
piensa como persona.

El ejemplar que aquí se ofrece
fue cazado en la India (suburbios de Bombay),
pero existe en estado más o menos salvaje
en otras muchas partes.

No acercarse.


Nicolás Guillén
De “El Gran Zoo”

Poeta cubano nacido en Camagüey en 1902.
Su inclinación posmodernista y vanguardista lo convirtió en el autor más destacado de la poesía afro-antillana.
"Motivos de Son" en 1930, "Sóngoro Cosongo" en 1931, "El son Entero", "La paloma de vuelo popular", "Tengo", "Poemas de amor", "El gran Zoo" y "Por el mar de las Antillas anda un barco de papel".
Falleció en 1989.

jueves, 24 de marzo de 2011

Hamlet Lima Quintana

Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia




Cielo blanco


No veo el cielo madre, sólo un pañuelo blanco
no sé si aquella noche yo te estaba pensando
o si un perfil de sombras me acunaba en sus brazos
pero entré en otra historia con el cielo cambiado.


No me duele la carne que se fue desgarrando
me duele haber perdido las alas de mi canto
las posibilidades de estar en el milagro
y recoger las flores que caen de tu llanto.


No quiero que me llores, mírame a tu costado
mi sangre está en la sangre de un pueblo castigado
mi voz está en las voces de los "iluminados"
que caminan contigo por la ronda de Mayo.


No quiero que me llores ahora que te hablo
mi corazón te crece cuando extiendes las manos
y acaricias las cosas que siempre hemos amado
la libertad y el alma de todos los hermanos.


No sé si aquella noche amanecí llorando
o si alguna paloma se me murió de espanto
la vida que ha esperado tanto
es el cielo que crece sobre tu pañuelo blanco.


No quiero que me llores, mírame a tu costado
mi sangre está en la sangre de un pueblo castigado
mi voz está en las voces de los "iluminados"
que caminan contigo por la ronda de Mayo.


De "La breve palabra" (1998)

Hamlet Lima Quintana
Nació el 15 de setiembre de 1923 en la ciudad de Morón pero aprendió a caminar en Saladillo, y en su obra plasmó los colores, los sabores, las personas, las costumbres de la pampa húmeda. Heredó de su familia la pasión por la poesía y la música: su padre escribía y su madre tocaba el piano.
Entre las décadas del ‘40 y el ‘60, fue músico y cantor, primero en la compañía de Ariel Ramírez, luego en Los Musiqueros y más tarde en Los Mandigas. También formó un dúo con Mario Arnedo Gallo y finalmente fue solista, hasta que dejó de cantar.
En su carrera tiene escritos más de 25 libros de poemas, una biografía de Osvaldo Pugliese, más de 400 canciones, y la cantata al Che Guevara, Che, diario del regreso, con música de Oscar Cardozo Ocampo.
Murió el 21 de febrero de 2002 por la tarde a los 78 años.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Jorge Leonidas Escudero




Juego de fotos

Con el mazo de fotografías
que guardo amorosamente
voy a jugar un solitario. Empiezo,
pongo sobre la mesa a mi hermana Margarita
y al lado a dos amigos muertos,
debajo al Loco Desiderio ( el que creía ser caballo
y trotaba azotándose a dos verijas). Pongo
a mi tío Teodoro junto a su automóvil 1920
y enseguida yo, montado en un burro,
cuando de chico salí a conquistar el mundo.

Toda la mesa ocupo y descarto, saco y pongo
hasta que de pronto me detengo,
respaldo en la silla cierro ojos
y pienso en lo que ha barrido el tiempo:
tanto pariente al hoyo, tanto sobreviviente
gastado como por erosión eólica.

Barajo nuevamente y corto,
destapo la foto de mi madre
y entonces ella dice hijo mío
recuerdo las primaveras, dame un beso. Se lo doy
y ahí se me nublan los ojos y abandono el juego.



Los Muchachos

A la mesa del bar van tres amigos
todos los días para ver
extinguirse la mañana.

Hablan de que el río poco agua este año.
Y a ellos qué, pero discuten
como si poseyeran grandes cultivos.

¿Y la política?
¡Ah de los ladrones! Dice alguno
y a otro le viene a la memoria
el robo lejano de su bicicleta.
La plata ya no alcanza para nada se quejan
y arremeten contra la juventud
a la que consideran hoy pervertida.

Pagan de a cada uno el habido
consumo individual y se alejan después con
me duele un pie, esto es artritis, gastritis
me produce el café.

Y el mozo del bar con mirada aburrida
los ve irse a mansalva con cara de inocentes
cuando es público y notorio que están confabulados
y otra vez han asesinado a la mañana.


De "Viaje a ir" (1996)




Jorge Leonidas Escudero
Nació en San Juan en 1920.
Editó los siguientes libros de poesía: La raíz en la roca (edición del autor, San Juan, 1970), Le dije y me dijo (Spae, San Juan, 1978), Piedra sensible (edición del autor, San Juan, 1984), Los grandes jugadores (edición del autor, San Juan, 1987), Basamento cristalino (Filofalsía, Buenos Aires, 1989), Umbral de salida (RundiNuskin, Buenos Aires, 1990), Elucidario (Fos-Epsilon, Buenos Aires, 1992), Jugado (Fos-Epsilon, Buenos Aires, 1993), Cantos del acechante (Fos- Epsilon, Buenos Aires,1995), Viaje a ir (Fos-Epsilon, Buenos Aires, 1996), Caballazo a la sombra (Tierra Firme, Buenos Aires, 1998), Aguaiten (Canto Rodado, Mendoza, 2000), Senderear (Martín, San Juan, 2001). Le dije y me dijo (antología editada en México por Ediciones Azafrán y Cinabrio, 2006). En Ediciones en Danza publicó los siguientes títulos: A otro hablar (2001), Verlas venir (2002), Andanzas mineras (2004), Endeveras (2004), Divisadero (2005), Tras la llave (2006), Caza nocturna (2007) y Dicho en mí (2008). Está en lanzamiento el que dice el propio poeta será su último libro: Aún ir a unir.

lunes, 21 de marzo de 2011

Martha Kornblith




A veces la vida viene

A veces la vida viene como la carta más baja
rozamos con otros transeúntes
la suciedad en las aceras
habitamos los árboles, los pájaros
pedimos el pan como los pobres.
A veces
la vida viene como la vileza.
Entonces nos aferramos a la suerte
frenéticamente.




Clínica Monserrat


Estaba permitido
embriagamos con agua para olvidar
lo que no éramos,
porque al fin y al cabo
todo había perdido su sabor.

Eramos
seres expulsados del Edén del mundo,
para nosotros
no se hacía la luz,
atrás nos habían dejado
los paraísos.

Eran cruentas las despedidas
en la víspera de alguien
que se iba a soñar
que alguna vez abriría la puerta.

Todos nos dijimos
visitamos en un mundo mejor,
pero no cumplimos la promesa.

Ansiábamos entre los muros
un horizonte que no veíamos
como un anuncio que promete
una isla de mares cristalinos.

Esperábamos a nuestros doctores
amasando el pan del almuerzo
para fingirles
que aún existíamos.
En las horas más rancias
nos tomábamos de los brazos.

A veces se nos permitía
echarnos al sol
para no vernos.

Circulaban los libros,
Wayne Dyer, Buscaglia,
Cómo vivir la vida feliz,
La universidad de la vida
y otros.
Para los más sabios
la poesía era un lugar
donde orquestar su huida.

Hubo un hombre.
Me regaló a Laing y a Cooper
y aunque predicó allí la antisiquiatría
no sobrevivió a la burla
de los conjuros médicos.

—Pintor se decía—
traficó con droga y dinamita.
Propagó ofertas de matrimonio
que tenían como única garantía
algunos pésimos bocetos.
Entonces le mostré la psicopatía
en un poema del colombiano Asunción,
Saltó los muros.

Allí encontré
las mejores metáforas.

Mi amiga y yo hablábamos
de conciertos de perros en las noches,
de ladridos que creíamos
nos llamaban a nosotras.
Supimos que el delirio era
una forma de sostenernos
en los precipicios.

Orquestamos bailes
con músicas que no sonaban.

Salvo las horas de miedo
también era posible reír.
De las reuniones de quejas,
de la carne dura,
de falsos mormones
que profetizaban nuevos advenimientos.

También recé
a un Dios que no era el mío
cuando nos juntábamos a las siete
después de la cena.
Nos permitimos mezclar
la leyenda de Cristo
con la de David y Salomón,
porque cualquier cosa era buena
si se trataba de hallar
una esperanza en ese templo.

No creo que fueras mala.
clínica Monserrat,
sólo que tenías cosas buenas y malas.
Te olvidé cuando la libertad
se me reveló,
se posó como un estandarte,
como algo que ya no me desmerece
y me obliga
en un muro de ladrillos
frente a la ventana ahora abierta.

Desde entonces
Dios es alguien
que resurge de esos garabatos
para no saber
que aún hay seres
que en las madrugadas
maúllan al unísono
llamando a sus madres.



Martha Kornblith
Poeta Venezolana nacida en Lima (1969-1997)
Se formó en los talleres de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, se suicidó en Caracas luego de un largo período de malestar depresivo.
Su poesía es confesional pero también antidramática, incluso autoirónica.
Su laconismo y sobriedad revelan una inteligencia analítica desnuda. Demuestra curiosidad genuina por su nueva familia, los perturbados en la clínica, los poetas y artistas que enloquecieron, los suicidas.

sábado, 19 de marzo de 2011

Carlos Patiño



Carátula

La mujerona miente-
Juan Gelman


A esa mujer de mirada tan tierna
la acorrala una sombra;
le encanta recorrer eternamente
como el monstruo- dios de los cretenses
el mismo laberinto/
en sus labios dormitan besos como gaviota y
jadeos que no deja volver/ son
antiguas holladuras que la ponen de espaldas/ y la palabra nunca
se aparece de pronto enclaustrando su acaso y su quisiera.
Del fondo de sus ojos vuelan como cenizas
rescoldos de volcanes sofocados a lágrimas ya secas
a fuerza de inventarse una sonrisa nueva para andar por ahí.

Ella no es como anuncia. Es otra cosa
algo
guardado entre algodones para que no se trace.
Está allí, enmascarada: la cuestión es hallarla
detrás de sus montañas.



Carlos Patiño
De "SCALAM" Ediciones "El Ojo de la Ballena"
1934, miembro del Grupo Barrilete

Obra: Débora Arango (Colombia)

jueves, 17 de marzo de 2011

Jorge Boccanera




El peluquero


Asentaba navajas en un listón de cuero,
porque era su trabajo arrancarle a los rostros sus
animales muertos.
Hacía barba y bigote para el espejo atestado de
gente.
Su navaja pulía aquella superficie,
rasuraba los rostros del espejo y haciendo su
trabajo
afeitaba al espejo?

Era más chico que un tarro de gomina Brancato
mi abuelo,
por una cabeza más alto que la muerte.
Invitaba al cliente sacudiendo una toalla
y el cliente ocupaba aquél sillón Dossetti de
madera
y entraba en el espejo.
El estilista hablaba solamente con su tijera
y cuando ella por fin tenía la lengua despegada hacia un lado
el decía: "servido".

Mi abuelo maquillaba al espejo con estrellas de
talco y usaba un pulcro saco blanco.
La muerte-que también es prolija- le envidiaba
su colección de peines.

Un día la muerte, que hojeaba una revista
deportiva, dijo: "me toca a mí".
Y ocupó aquél sillón, despatarrada y con un
remolino en la cabeza.
"Tiene un pelo difícil", dijo sin voz mi abuelo.
Después, la muerte asentó su navaja y haciendo
su trabajo, rasuraba al espejo?
El peluquero se marchó bajo un cielo cualquiera
con estrellas de talco.
El espejo se pasó la mano por la cara afeitada,
suave, como un recién nacido.




Jorge Boccanera
de "Zona de tolerancia" (1998)

martes, 15 de marzo de 2011

Jack Kerouac




El jazz se suicidó
Pero no dejó suicidarse a la poesía

No temas
                 al frío aire nocturno

No escuches a las instituciones
cuando devuelvas manuscritos
                 a la arenisca

no saludes y no pelees
                                  por los pioneros de Edith Wharton
o la prosa de nebraska de ursula major
                                  cuelga simplemente en tu patio
                                  y ríete jugando amablemente
                                  pastel trombón
                 y si alguien te da perlas
                 juju, judío, o cualquier otro,

duerme con ellas alrededor del cuello

Tus sueños serán mejores

                 No hay lluvia
                                  no hay yo,
                 Te lo digo, tío
                                  Seguro como la mierda.


Jack Kerouac
Nació en Lowell, Massachusetts el 12 de marzo de 1922 y murió en St. Petersburg, Florida el 21 de octubre de 1969.
Kerouac junto a Allen Ginsberg, William Burroughs, Gregory Corso, Gary Snyder y Lawrence Ferlinghetti entre otros, conformaron un grupo que en la actualidad, y a pesar de sus marcadas diferencias, se los reconoce como los integrantes de la "Generación Beat".

domingo, 13 de marzo de 2011

Alberto Girri



4. Cuando la idea del yo se aleja

De lo que va adelante
y de lo que sigue atrás,
de lo que dura y de lo que cae,
me deshago,
abandonado quedo
del fuerte soplo,
del suave viento,
y quieto, las espaldas
vueltas las manos hacia arriba,
apoyo en el suelo,
corazón
abjurando de armas, faltas,
de oraciones donde borrar las faltas,
blando organismo, entidad
que ignora cómo decir: "Yo soy"
y en la enfermedad y la muerte,
vejez y nacimiento,
ya no encontrarán lugar,
como no lo encontraría el tigre
para meter su garra,
el rinoceronte el cuerno,
la espada su filo.

Antes hacía, ahora comprendo.



Alberto Girri



Nació y murió en Buenos Aires (1919-1991). Autor de más de treinta libros de prosa y poesía. Traductor de numerosos poetas ingleses y estadounidenses


Imagen superior extraída de: http://elpasatiempo.org/295/psicoanalisis-gratis/

viernes, 11 de marzo de 2011

Norberto Napolitano "Pappo"





Le he pedido tanto a Dios
que al final oyó mi voz
por la noche a más tardar
yendo juntos a la par
Cartas de amor en el hall
se secan con el sol
lejos de la gran ciudad ella es mi felicidad
nada como ir juntos a la par
Nada como ir juntos a la par
y caminos desandar
el honor no lo perdí, ese héroe que hay en mí
nada como ir juntos a la par
Se su nombre, se su edad
y sus gustos en la intimidad
cuando un corazón se entrega
y el mañana nunca llega
que más puedo hacer
Nada como ir juntos a la par
y caminos desandar
el honor no lo perdí, ese héroe que hay en mí
nada como ir juntos a la par.



Norberto Aníbal Napolitano
Santa Isabel, Argentina, 10 de marzo de 1950 – Luján, Argentina, 25 de febrero de 2005, mas conocido como Pappo y apodado «El Carpo», fue un guitarrista, cantante y compositor de blues, rock y metal argentino. Integrante del grupo Los Abuelos de la Nada, Engranaje, Los Gatos, Conexión Nº 5 y La Pesada del Rock and Roll; y fundó Pappo's Blues en los '70 y Riff en los '80, bandas con las que tocaba en forma simultánea.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Laura Massolo



Etcétera

Y lo que falta es etcétera.
Vivos, muertos, ene ene, todos, etcétera.
Tumba, río, desconsuelo, frontera, interrogante, etcétera.
Brazo, dedo, cráneo, un pedazo de la pierna, etcétera.
Y un lugar remoto que vimos o no vimos, que ya no está.

Un avión que se estrelló, un edificio, un monumento, un hombre, etcétera.
Una explosión, dos explosiones, un suicida, una tonelada de nitrotolueno, dos mechas, una nena que pasaba por ahí, etcétera.

Hiroshima puede ser etcétera en una lista de arrepentimientos.
Y habría que contar en cada caso, etcétera.
Los nombres que se ignoran después de algunos nombres que se saben pueden ser etcétera.
Lo demás, esto y aquello,
lo que nunca se supo,
el que ya no vuelve,
un recuerdo.

Nada.



Laura Massolo
Nació en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, en diciembre de 1954.
Escribe poesía, cuento, novela y teatro. Coordina talleres literarios desde 1990, dedicándose a la formación de escritores y coordinadores de taller y a la corrección de textos literarios.
Publicó los libros de poemas Afuera estaba el mundo, (2001, Ediciones del Dock, Buenos Aires) y Y amén (2002, Edicions 96, Valencia, España).

lunes, 7 de marzo de 2011

Marosa di Giorgio




Los leones rondaban la casa

Los leones rondaban la casa.
Los leones siempre rondaron.
Siempre se dijo que los leones rondaron siempre.
Parecían salir de los paraísos y el rosal.
Los leones eran sucios y dorados.
Ellos eran muy bellos.
Los ojos como perlas. Y un broche brillante en el pecho
entre aquel pelo áureo.
Los leones entraron a la casa.
Corrimos a esconder los floreros de sal, de azúcar, el cometa
Halley, las queridísimas sábanas nevadas, la colección de estampillas.
Y a traer los sudarios.
Los leones eran al mismo tiempo, presentes e invisibles, al
mismo tiempo, visibles e invisibles.
Se oía el rumor de la leche que robaban, el clamor de la miel
y la carne que cortaban.
Llevaron hacia afuera a la abuela oscura, la que tenía una
guía de rositas alrededor del corazón.
Y la comieron fríamente. Como en un simulacro.
Y -como si hubiese sido un simulacro!- ella tornó a la
casa y dijo: -Los leones rondaron siempre. Están delante
de los paraísos y el rosal. Dijo: -Los leones están acá.



Marosa di Giorgio
De "Mesa de esmeralda" 1985

(Uruguay, 1932-2004). Desde 1978 se radicó en Montevideo donde inició su carrera poética en 1954 con su obra Poemas.
Sus poemas y relatos fueron traducidos al inglés, francés, portugués e italiano. Recibió importantes distinciones entre las que se destacan la Beca Fullbright y el Primer Premio del Festival Internacional de Poesía de Medellín en 2001.

sábado, 5 de marzo de 2011

Amable Antonio Mejía




Irak e Irán

Rendirse. ¿Cuánto cuesta estar sentado? Rendirse conforme, parecido
a pedir permiso para pasar a un baño ajeno. Rendirse, sacándose los
dientes postizos, penando en la muerte ajena, extraña de un cuerpo
parecido al nuestro.



Ruleta rusa

No todo el mundo se ríe tanto de sí mismo como yo ni intenta ponerse
en ridículo a la menor ocasión. Me gusta jugar conmigo mismo a mostrar
interés, y no hay cosa que el otro intuya más rápido que no soy eso
que digo, que quiero demostrar, que intento convencer. Es mi eterno
malditismo, mi eterna querella en lo que respecta al amor.



Para que no piense

En el comienzo fui Yo. A mitad del camino, Yo. A cualquier hora del
día o la noche, Yo. De espaldas, Yo. Yo en el sí, en el no. Para encender
la luz o apagarla, Yo. Mire o no mire, Yo. Estate tranquilo. Muévete.
Despacio. Rápido. Con sed. Hazlo, Yo. Defeca. Orina. Abre la puerta.
Ciérrala. Contra el polvo. A favor del polvo. Con cuidado. Así no. Por
ahí no. Mira que te puedes caer. Te lo dije. No saltes. Hazlo ahora.
Bien. Será mejor que lo deje para mañana. Mañana no, Yo. Por favor.
¡Oh sí! Ahora mismo. Sí, por favor. Qué no. ¡Válgame Dios! Yo ¿Sabes lo
qué estás haciendo? Yo, huela o no huela. Toque o no toque. Ni que me
empujen. ¿Qué puedo hacer Yo?



Amable Antonio Mejía
Es poeta y narrador. Nació en Santo Domingo en 1959. Autor del libro de cuentos Entre familia, de los poemarios El amor y la baratija y Días de semana y de la novela corta Primavera sin premura.

jueves, 3 de marzo de 2011

Marina Mariasch




Cuando todos estaban en el cine nosotros dos
pelábamos papas en equipo. Pedacitos de cáscara
rompían el silencio, caían de a uno
como gotas de una canilla mal cerrada:
el frío se acomodaba entre nosotros, algo para compartir.
Brillaba en un balde de agua limpia.
Y caían de nuevo. Como salpicaduras agradables
en un día de calor
mojaban el trabajo de cada uno
nos hacían recobrar los sentidos.
Así, mientras las luces se apagaban y se encendía
la película, y unos se acomodaban en la silla y otros
pelaban caramelos o hacían shhhhh
nosotros pelábamos papas, nos hacíamos chistes
con cuchillos filosos en las manos, muy cerca
uno del otro, nunca tan cerca
en todo el resto de nuestras vidas.




El corazón de las rocas, el verano

De las conversaciones en una sola
lengua quedó una roca, el caracol seco
en el patio, donde tu hermana pedalea
la furia de las decisiones. El calor volvió
con toda la furia. Ustedes corrieron
a oler las flores y con tu certeza --
“Son jazmines”-- se evaporó
la magia de las feromonas.
Por el pasillo que va de la
incertidumbre a la necesidad
pasé haciendo bailar el camisón
para los vecinos y algo negro,
desde el fondo de tu habitación,
me recordó la mecánica del
aquí: No dormías. Lo negro
del ojo brillaba de más, como los ojos
de los animales nocturnos.
Te pregunté en qué pensabas.
“En las vacaciones. En las chicas
que jugaban al goofy en la pileta.”
Una vez, atrapado por la
retórica, un hombre
me regaló una joya: un collar
de cristal de roca, una piedra atada
al cuello con mi nombre. En las vacaciones,
en la zona húmeda donde la espuma
viene y se va, la arena
formaba pocitos donde nos hundíamos,
y en esos pozos mínimos que hacían
los bichos de mar formando
constelaciones que jamás llegábamos
a descifrar, perseguíamos
nuestras ilusiones, la felicidad hecha
berberecho. Entre las rocas, con anteojos
negros y bikinis negras, las mamás
completamente manipuladas
por el viento de la orilla
hacíamos esfuerzos por hablar
de todo lo bueno y ustedes
iban, venían y cortaban
la negrura con sus rastrillos verdes,
los baldes rojos. Casi nevaba
con esas gotas, con una mano
mapeaba la superficie
del agua. Pensaba
en esa misma escena
en el verano siguiente, sólo
una libreta y un libro en la lengua
de lo que nunca hicimos.
Las gotas que salpicaban eran
casi nieve de tan frías. Las mamás
nos esforzábamos, o no tanto:
Lo bueno parecía estar en algún lado, cerca
en esos baldes, el rojo y el amarillo, llenos
de berberechos después de un rato.
Los dejamos ir, los soltamos, a la vera
de la correntada, a que siguieran hurgando con
su lengua los túneles de sus refugios, de sus
huidas. Por un rato, una de nosotras
lo posó en el brazo dorado que da
pan y trigo, miel y leche, y sintió
su lengua única, blanca
quitarle la sal a las espigas de su brazo
nutritivo, y se lo mostró a todos
para que no tuvieran miedo y lo devolvió
a la marea. Me imaginé la misma escena
en el verano siguiente, con la marea
más alta, el mapa de las palabras
cristalizado, el agua tapándonos
las rodillas. Mi niño-bañero izando
la bandera a media asta y recitando
la tabla del peligro como un
limerick, o una verdad científica
sobre el corazón de las cosas.




Marina Mariasch
Nació en 1973, es poeta y editora de la pionera Editorial Siesta.Publicó los libros de poemas Coming attractions, XXX y Tigre y león. Además ha participado en diferentes antologías, como En Celo y Buenos Aires/Escala 1:1. Acaba de presentar su nuevo libro, El zig zag de las instituciones (Vox).

martes, 1 de marzo de 2011

Martín Moureu



a Cristo mi precursor


Cuando la Tierra era
plana como el mapa
de la llanura pampeana
y la historia antigua
descontaba sus años,
los átomos que me componen
andaban dispersos por ahí.
¿No te tocó un chicle bazooka
anunciando mi advenimiento?

Echada la cuenta de los planetas
los entonces y las caras,
en esta anatomía
mis átomos se complicaron.
Que salten las alarmas de los autos,
que los celulares se queden sin señal.
Incontenible. Inalcanzable.
Allá del planisferio y los relojes
y de los espejos, soy el desconocido
que chau a tu pasar.

          No vengo a tocar timbre
los domingos a la mañana,
redimirlos de ese odioso dios
es el mandado que tengo.
Levanto los puchos tirados
y le doy una pitada, así
voy siguiéndole el rastro.

Con tal de un probar de ajenos secretos
también supe empinarme su vino divino
y en el fondo si Cristo
le hubiese visto
la cara a cara a Dios,
jamás habría ido a la Cruz.

Desconocido pero inconfundible
soy algo más que el número
de átomos míos. Mi nombre
completa los crucigramas.

No hay mapa que me pueda contener
ni los cronómetros pueden alcanzarme
los espejos no pueden reconocerme
los espejos. Dios está en todas partes
          no puede huirme.




POXI-ran

¿Nunca viste un eclipse de sol
con careta de soldar?¿Viste cuando
prendés la radio y se te pega
el reguetón que están pasando
y no te lo podés sacar de encima?
¿Te estás quedando pelado o es
una ilusión óptica? ¿Viste
que los desaparecidos son todos
re parecidos? ¿Y que las DRF
tienen gusto a Kolynos?¿La luz pestañó
o fuiste vos? ¿Nunca te bañaste
con el calefón enchufado?
¿Estás OK       ¿Estás OK
o estás KO? o estás KO?



Martín Moureu
De "Sin tácticas" (inédito)
Nació en Ayacucho, Pcia. de Buenos Aires. (1981)
En su adolescencia lideró la banda heavy metal “Esqueletor”, de escasa repercusión.
Actualmente se encuentra preparando una traducción de Poe bajo el título “Del latido delator y otros relatos”.

Poesía del Mondongo

A todos, gracias por compartir este espacio

Email: fernando1954@gmail.com