miércoles, 17 de febrero de 2010

Julia Balo



Pangea


Los verdaderos encuentros furtivos y casuales eran nuestros espacios para extendernos por la vida. Podíamos tocar con la punta de los pies la espuma del mar o a la aspereza del miedo de volver a casa tarde.
Lo que sé con extrema seguridad, es que realmente nos queríamos, como se quieren los verdaderos amigos, apasionadamente.
Nunca importaron las distancias siderales que nos separaron por momentos y el tiempo infinito de no tocarnos el rostro recorriendo los surcos profundos de las nuevas arrugas.
Para ellas, van mis deseos que a modo de regalo cada una abrirá reconociendo el que pertenece, porque el corazón, no necesita etiquetas.
Para vos...
...la caminata a los ochenta años por la orilla del mar, charlando todo lo que no pudimos nunca por falta de tiempo.
...el mate constante bajo la dulce voz de Irene Papas o el loco guitarréo de Al Di Meola.
...mi buen humor preciso que alegre las horas de tu vida y todo el tiempo del mundo para tomar el borgoña contando nuestras cuitas, a modo de secreto absoluto.
...el mejor personaje para que bailemos juntas la nueva e interminable Carmen, taconeando disfrazadas hasta quedarnos sordas y más locas.
...una caja entera de fotos y una tarde de lluvia torrencial con kilos de yerba, para que de una buena vez conozcas mi pasado y te sigas deleitando ...volver a encontrarnos en ese abrazo, nuestro abrazo tán esperado que no pueden darnos los interminables cassettes grabados en secreto, para de la única manera poder escucharnos la voz. Y por supuesto un pasaje de retorno para vos o uno de ída para mí.
Pero sin mas vueltas.


Julia Balo
Argentina, reside en Hudson. Ceramista. Artista plástica

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Poesía del Mondongo

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