jueves, 30 de septiembre de 2010

Alejandro Jodorowsky




Pequeños actos de bondad


No me queda más que alegrarme,
ofrecerle un vaso de vino al mendigo,
impedir que los gatos orinen las flores,
con silencio de perro acompañar a la viuda,
darle sábanas limpias al loco,
aplaudir a los malos actores,
prestarle dinero al estafador,
enviar rosas a la fea,
regalarle mi bastón al ciego.
Pequeños actos de bondad
realizados bajo la indiferencia
de un dios que no distingue
el bien del mal
ni la luz de su sombra.



Alejandro Jodorowsky
Chile, 1929

Nació en Iquique, Chile, hijo de inmigrantes rusos. Comenzó su carrera con varios puestos de trabajo creativo, como mimo, actor, director de cine, escritor de obras de teatro y novelista. Un medio importante en su producción son cómics. Hizo su debut en los cómics en 1966 con la futurista saga de "Aníbal 5 ', ilustrado por Manuel Moro. También tuvo su turno en la preparación de su propio cómic, como el semanario "Fábulas Panicas" serie que apareció en la revista mexicana Heraldo Cultural.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ayelen Rives




Corazón negro

Era noche y era ciudad de nombre absurdo.
Eramos dos y una calle muda. Nuestros pasos.
La luz entre las sombras de los árboles era naranja
pero todo se veía, mas bien, amarillento.
No corría una gota de aire y ya presentíamos,
porque no hablábamos.
Se oía como adentro, pero bien supimos enseguida
el temblor era de afuera.
Un galope aún lejano pero cierto se encendía
y de pronto un caballo negro cruzó la calle.
Brillante naranja sobre su piel casi invisible y oscura,
el trote haciendo temblar autos, baldosas, almas sin descanso
como las nuestras.
Los dos atónitos en medio de la vereda vacía
media hora o una vida nos pasó ahí, tiesos.
Ya no pudimos dormir varias noches
con el galope adentro nuestro, en medio del pecho,
como un corazón negro.



Ayelen Rives
Nació en 1988 en Quilmes, es estudiante de Ciencias de la Comunicación Social en la UBA y trabaja en una radio online de Bernal. Desde el 2008 forma parte del grupo literario Las Hacedoras, con quienes brinda lecturas. Actualmente sigue editando sus propios libros en papel ("Fragmentos de mar" y "Poemas mudos"). Organiza junto a otras personas el Club Atlético de Poetas, un ciclo literario y artístico en el Bar Cultural Rie (Bernal - Bs. As.)

Desde el año 2004 realiza el blog literario palabras+ palabras-

martes, 28 de septiembre de 2010

Carina Nosenzo




Tío John


EN ESTE CIELO, este embuste:
bajo el alambrado no crecen
las legumbres.

Vigila la esperanza de la nieve,
tío john

el pastito está corrido
por donde
pasó
la helada

escupe sobre el frío, tío john
y el pasto te devuelve
algo que se escapa de los cuerpos combustos

el mismo humo
sale, tío john, de tu nariz
dormida de tarde
contemplando el crecimiento
de tus cayos,
esas amapolas

y se hunde, tío john
con la pala que coge
los amargos contrastes
porque
cristo no anida en esas hojas.



Carina Nosenzo
Nació en Mendoza en 1971

lunes, 27 de septiembre de 2010

Denisse Vega Farfán




Hay mucha música


Hasta en la pata seccionada del insecto
Que aún se mueve
En los pinceles frígidos
El lienzo moteado
La lluvia traspasando las paredes
La carta que no se responde
Y la que no llega también
Hay mucha música
En las cuencas selladas de tus pasos
En el azul que te lacta
En el mar que se absorbe entre dos cuerpos
En el cuchillo que retrocede
En la ceniza arremolinándose en el paladar
En los sucios cartones del perro
En las nubes que se atragantan
En la calle que no se cruza
En la puerta que no se toca
Hay mucha música
Demasiada
En el llameante vaivén que se resiste
En el corazón que estorba y muerde
El cuerpo que lo enluta
En las raíces que no cesan de contraerse
En las fuerzas que se rechazan
En el corvo sigilo del exilio
En la prótesis que conjuga al golpe contra el suelo
El dardo sonido de la transparencia
La luna
-ese ojo derramado
esa tundra de vientos que arrastran muñones y
cadáveres celestes-
No aflora
Tu nombre se secciona en carnívoras lianas
La duda es un niño de leche
Y hay mucha música
Desmedida
Hasta donde no ha quedado nada más
Que un cirio chamuscado



Denisse Vega Farfán
(Trujillo, Perú, 1986).

sábado, 25 de septiembre de 2010

Oliverio Girondo




Lo que esperamos

Tardará, tardará.

Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad.
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

Y entonces...
¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.



Oliverio Girondo

Nace Oliverio en Buenos Aires, un 17 de agosto de 1891, en el seno de una familia acomodada de ilustres antepasados lo que le permitió desde niño viajar a Europa. Gracias a esto estudió en París y en Inglaterra. Escribió y publicó desde muy joven.
Participó en las revistas que señalaron la llegada del ultraísmo (la primera vanguardia que se desarrolló en Argentina), como Proa, Prisma y Martín Fierro, en las que también escribieron Jorge Luis Borges, Raúl González Tuñón, Macedonio Fernández y Leopoldo Marechal, la mayoría de ellos del Grupo de Florida que en contraposición al Grupo de Boedo

viernes, 24 de septiembre de 2010

Liliana Celiz




"descansa a sus pies como esos círculos donde se posan muñecos"
en la noche, al pie de la barranca en la que estalla su voz como dormida
allá en el pasto en lo ligero de este pasto, por las dunas, ella resbala
por las dunas, en el pliegue entre el pasto y esta arena que salpica
los corpiños como sangre acanalada (la voz adentro de la voz palpita)
era la tarde en la que estaba amoratada y triste de las gotas de este cielo
la voz (lo que supura de la voz) caía en otro pliegue del discurso,
comosonándose a sí misma, perpetrada de violencia (la carne ha concebido
la luz de otras especies) mi llanto, el llanto en el que estaba no nombraba
más que a sorbos los muñecos, la trampa que me diste entre muñecos,
y el agua que caía me lababa sólo de oir mi nombre entre las piedras
(del lado etéreo de las piedras cuando él vuelve y vuelan mariposas
sin sus alas -sólo colores idos hacia el tiempo en el recurso andante de otro
tiempo, de otra voz, cantando-)



* * *



"A fin de comprender la naturaleza del lenguaje" empezaste
a dilucidar la luz y la puesta entre las nubes al enésimo minuto
de la tarde, las escenas de la tarde, los colores como salteando
etéreos de la puerta de la mano a otro discurso (lo nimio de la voz,
lo trascendente) un salto fríbolo en el aire a las callejas donde no
vuelven madres ni caminan niños (ser es partir) las olas dan al mar
su partimiento en la extensión (en el bosquejo de aire de otro idioma)
la luz, lo coloreado de la luz como encubierto en la frescura de la tarde
que atormenta, el canto de chicharras en la línea musical de lo certero
(sólo la voz dijiste) y el discurso, cuarteado de sí mismo fue cayendo
como imagen en plena distorsión de los criterios (la voz en el chorrearse
de la voz existe) frecuencia de este sol en el final, de algún quiebre en
el final de esquina que no va hacia dónde y es el zurco mismo
más allá de la indolencia (la tarde izó su punto de partida)




Liliana Celiz

De "Un quiebre allá en la hoja" (Inédito)
Nació en la ciudad de Rosario, actualmente reside en Buenos Aires.

Pintura: "Sábado a la tarde" - Bores

jueves, 23 de septiembre de 2010

Anne Sexton




La balada de la masturbadora solitaria


Al final del asunto siempre es la muerte.
Ella es mi taller. Ojo resbaladizo,
fuera de la tribu de mí misma mi aliento
te echa en falta. Espanto
a los que están presentes. Estoy saciada.
De noche, sola, me caso con la cama.
Dedo a dedo, ahora es mía.
No está tan lejos. Es mi encuentro.
La taño como a una campana. Me detengo
en la glorieta donde solías montarla.
Me hiciste tuya sobre el edredón floreado.
De noche, sola, me caso con la cama.

Toma, por ejemplo, esta noche, amor mío,
en la que cada pareja mezcla
con un revolcón conjunto, debajo, arriba,
el abundante par espuma y pluma,
hincándose y empujando, cabeza contra cabeza.
De noche, sola, me caso con la cama.

De esta forma escapo de mi cuerpo,
un milagro molesto, ¿Podría poner
en exibición el mercado de los sueños?
Me despliego. Crucifico.
Mi pequeña ciruela, la llamabas.
De noche, sola, me caso con la cama.

Entonces llegó mi rival de ojos oscuros.
La dama acuática, irguiéndos en la playa,
en la yema de los dedos un piano, vergüenza
en los labios y una voz de flauta.
Entretanto, yo pasé a ser la escoba usada.
De noche, sola, me caso con la cama.

Ella te agarró como una mujer agarra
un vestido de saldo de un estante
y yo me rompí como se rompen las piedras.
Te devuelvo tus libros y tu caña de pescar.
El periódico de hoy dice que os habéis casado.
De noche, sola, me caso con la cama.

Muchachos y muchachas son uno esta noche.
Se desabotonan blusas. Se bajan cremalleras.
Se quitan zapatos. Apagan la luz.
Las criaturas destellantes están llenas de mentiras.
Se comen mutuamente. Están más que saciadas.
De noche, sola, me caso con la cama.





The ballad of the lonely masturbator


The end of the affair is always death.
She's my workshop. Slippery eye,
out of the tribe of myself my breath
finds you gone. I horrify
thouse who stand by. I am fed.
At night, alone, I marry the bed
Finger to finger, now she's mine.
She's not too far. She's my encounter.
I beat her like a bell. I recline
in the bower where you used to mount her.
You borrowed me on the flowered spread.
At night, alone, I marry the bed.

Take for instance this night, my love,
that every single couple puts together
with a joint overturning, beneath, above,
the abundant two on sponge an feather,
kneeling and pushing, head to head.
At night alone, I marry the bed.

Ibreak out of my body this way,
an annoying miracle. Could I
put the dream market on display?
I am spread out. I crucify.
My little plum is that you said.
At night, alone, I marry the bed.

Then my black-eyed rival came.
The lady of water, rising on the beach,
a piano at her fingertips, shame
on her lips and a flute's speech.
And I was the knock-kneed broom instead.
At night, alone, I marry the bed.

She took you the way a woman takes
a bargain dress off the rack
and I broke the way a stone breaks.
I give back your books and fishing tack.
Today's paper says that you are wed.
At night, alone, I marry the bed.

The boys an girls are one tonight.
They unbutton blouses. They unzip flies.
They take off shoes. They turn off the light.
The glimmering creatures are full of lies.
They are eating each other. They are overfed.
At night, alone, I marry the bed.




Anne Sexton
De EL ASESINO Y OTROS POEMAS

(Anne Gray Harvey) (Norton, Massachusetts: 9 de noviembre de 1928-Boston: 4 de octubre de 1974) poeta estadounidense.
Pasó la mayor parte de su vida en los alrededores de Boston. Vivió en San Francisco y Baltimore.
En 1954 se le diagnosticó depresión postparto, sufrió su primer colapso nervioso, y fue admitida en el hospital Westwood Lodge. En 1955, después del nacimiento de su segunda hija, Sexton sufrió otra crisis y fue hospitalizada de nuevo; sus hijas fueron enviadas a vivir con sus abuelos paternos. Ese mismo año, en su cumpleaños intentó suicidarse.
Su médico, el doctor Martin Orne, la alentó a escribir poesía y en 1957se unió a un taller de poesía animada por John Holmes. Después sus poemas conocieron cierto reconocimiento, sobre todo con sus publicaciones en varias revistas de prestigio estadounidenses como el New Yorker, Harper's Magazine o Saturday Review. Su mentor, W.D. Snodgrass, intentó desarrollar su creatividad, su poema Heart's Needle la inspiró Anne Sexton para escribir The Double Image, poema sobre las relaciones entre madre e hija.
En el atelier de John Holmes, conoció a la poeta Maxine Kumin, de quien no se separó hasta el final de su vida y con quien escribió 4 libros infantiles. En otro taller conoció a Sylvia Plath, animada por Robert Lowell. Y más tarde dirigirá sus propios talleres en el Boston College, el Oberlin College y la Colgate University.
Sexton ofrece al lector una visión íntima de la angustia emocional que caracterizó su vida. Anne convirtió la experiencia de ser mujer en el tema central en su poesía, es la figura moderna del poeta confesionalista, a pesar de que soportó críticas por tratar asuntos tales como la menstruación, el aborto y la drogadicción.
Se suicidó en 1974 inhalando monóxido de carbono. Su cuerpo se halla en el cementerio-crematorio de Forest Hills, a las afueras de Boston.
Peter Gabriel le escribió en 1986 una canción: Mercy Street.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Djuna Barnes



A una de otro humor

¿Oh amada querida, debería dejar
De mirarte, siempre con ojos húmedos,
Y quejumbrosos besos de estos labios donde yace
Más miel que en tus áloes? ¿Debería romper
Aún más oscuras hierbas, y suspirando no perder de vista
Con fingida lamentación y gritos temerosos,
Rodeándote lentamente con blasfemias
Porque estaría bailando? No, me falta
La necesaria torpe salmodia de la desesperación.
No resuena en mí tu sombrío humor,
No está en mi corazón. Ni en ningún lugar
Dentro de mi carne, la misma carne que enamoraste.
¿Entonces para qué aflojar mi trenzado pelo
Ocultando mis ojos, y pretender que cavilo?




[To One In Another Mood

O dear beloved, shall I not go back/ From gazing you always with wet eyes,/ And mournful kisses from these lips where lies/ More honey than your aloes? Must I crack/ Still darker herbs, and sighing keep the track/ With feigned lamenting and with fearful cries,/ Slow twining you about with blasphemies/ Because I would be dancing? Nay, I lack/ The needed dull intoning of despair./ Nor in me echoes your too sombre mood,/ Nor is it in my heart. Nor anywhere/ Within my flesh the very flesh you wooed./ Then wherefore shall I loose my braided hair/ Hiding my eyes, pretending that I brood?]

(Vanity Fair, 1923)
Traducción de Osías Stutman y Rosa Lentini.


Djuna Barnes

Nació en Nueva York en 1892. Fue educada por su padre y su abuela hasta que empezó a estudiar Arte, en Nueva York, adonde se trasladó con su madre y hermanos. A partir de 1913, trabajó como ilustradora y periodista; en 1915 publicó The Book of Repulsive Women y en 1920 Harper’s Magazine la envió a París para escribir sobre los expatriados y vanguardistas, pero allí se transformó en uno de ellos.

Conocida sobre todo por Nightwood (1936), novela trágica basada en su vida de expatriada en el París de los años veinte, y texto clave del modernismo literario, Djuna Barnes (1892-1982) pasó los últimos 42 años de su solitaria vida en un piso pequeño de Greenwich Village, dedicada principalmente a escribir poemas.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ana Emilia Lahitte




La jaula


Quién soy
sola de mí para violarme
con verdades ajenas
si aún las propias no han sido
deslindadas.

Quién se interna
en la palma de mis manos
luego de cercenarlas.

Quién me vacía
huye y no regresa
sin despojarme de la amarra.

Quién seduce
mi cólera
penitencia incendiada.

Me atrevo a liberar en mis arterias
los ángeles salvajes
que fueron propiedad natal
del alba.

Enclaustrada
en una libertad que me condena
a su sed cavernaria
abruman las respuestas.

Entreabro la jaula.



Ana Emilia Lahitte
De "Insurrecciones"

Nació y vive en la ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina.
Ha publicado 23 libros (poesía, narrativa, ensayo, teatro y periodismo). Su actividad sociocultural es incesante, proyectada prioritariamente al interior de su país o auspiciada por países extranjeros.

Es designada Ciudadana Ilustre, por la Municipalidad de La Plata.

Su Taller de Poesía y el Grupo de Hojas y Cuadernos de Sudestada tienen más de 25 años de trayectoria y más de 300 publicaciones.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Pablo Queralt



31


El viejo napolitano

Su sola voz grandes palabras
Con su pulmón de mar
Hermoso gordo que dormía sentado
Al sol
Al borde del azul del amarillo
Palpitando en los árboles
Ensayando su forma
Su hazaña deportiva
Aspirar la blandura del vapor
Inhalado del caldero
Respirando el vacío
Lo oscuro de lo
Venido a menos.

Opacos retumbos
De aquella contradicción
De aquella erección
En la escuela
En los bancos de madera
Como un recuerdo que se
Desplaza según el centro
O el foco.


De: “89 golpes y un whisky”
Ed. El surí porfiado – 2010



43

Piso las tablas bajo la luz
Oblicua de la tormenta
Esa guerra de cada parte
De la cabeza que odia
Lo que piensa la otra
Y quiere tener razón
Al carajo con la verdad, dice
Y nos quedamos en casa
En el último foco
De otra muerte.



De: “escribí mi nombre”
Ed. Mate Pastor – 2010



Pablo Queralt
Buenos Aieres - Argentina

domingo, 19 de septiembre de 2010

Diego Roel




Las variaciones del mundo


Todo nace y muere en mí

No hay nada que quitar, nada que añadir:
lo Real yace detrás del velo de las horas.

Todo nace y muere en mí.



Ahora voy hace ninguna parte,
Dejo que las cosas se aproximen.

No tengo nombre ni memoria.



Me inclino sobre la última imagen
y veo lo que sucede alrededor.

El viento arrastra papeles, palabras, objetos,
las infinitas variaciones del mundo.



Nada es real.

Sí, en este silencio
me deslizo como una forma sin cuerpo.

No quiero asirme a ningún gesto.



Ahora suelto las manos del tiempo
y voy hacia lo que está del otro lado.

Escucho lejanas melodías.



Porque se fugaron las categorías
y ya nadie designa o señala o califica.

Nadie dice esto es una piedra, un animal,
un hombre, un alma que transita
de cuerpo en cuerpo, en luz, en superficie.

Nadie dice esto es un fulgor, un pájaro,
el vientre oculto de las cosas

Ya nadie nombra, nadie.

En esta curva
la palabra no tiene peso,
consistencia.

Por eso
salgo a ver afuera
aquello que palpita adentro.

Intento decir lo esencial,
deletrear el invisible alfabeto de los ciegos.



Pero es inútil, otra vez
el discurso se fragmenta.
Y avanzo a tientas,
asido a penas a un color,
a un ademán del viento.

Aquí nada conjuga con nada:
se cayeron los nombres y los signos.

Y sólo queda un resplandor,
el armazón deshilachado de los días.



No tengo hacia dónde ir.

Me quedo quieto y espero
el golpe y la caída.

No tengo hacia dónde ir.



En esta orilla
me abro a la espiral continua de los sueños.

Y veo pasar los números, las letras,
las últimas banderas.

Soy un testigo.

Me quedo quieto y contemplo
la incesante sucesión.




Avanzo y retrocedo:
suelto las manos y los pies,
abro las piernas del lenguaje.

Y observo lo que está del otro lado,
aquello que tiembla, que tiembla y sangra.

Escribo en los márgenes,
en la fisura de los días.

Y alzo las manos,
mi corazón sin sombra.



En este mundo
nada puede ser alcanzado,
perseguido.

No hay nada que encontrar.

La flecha se convierte en círculo.



El menor gesto,
el menor movimiento nos aleja.



Por eso
hay que pararse en ese intervalo,
en ese espacio en blanco entre las letras.
Ya no hay separación:
estallaron las formas y los signos.



Nada es real



Ahora puedo ver más allá del lenguaje
ese Lugar o Corazón o Templo.

Útero del mundo. Oscura matriz de lo posible.



Sé que un día despertaré en una observación
completamente desnuda, completamente virgen.



Escribo como quien salta o juega o ríe o canta.

El poema apunta hacia lo que está detrás,
hacia lo vacío.
Lo que desvela se oculta entre las sílabas.



Entonces
quedarse quieto, vivir en soledad.

Y entregarse a lo que viene,
a lo que huye y salta.

Sí, hay que observar las señales
que dejen las horas en los cuerpos.



Escribo en los pliegues del paisaje.

Me aproximo a un lugar fuera del espacio y del
tiempo. A una zona de lucidez y silencio.

Al corazón azul del poema.



Uno a uno,
Dentro del Pozo caen
Los colores del Reino.
Las Voces del Aire me dijeron:

Hay un jardín más allá del vocablo. Hay un Jardín
que es un Desierto. Hay un Desierto que es un Mar.

Hay un Mar, un Jardín, un Desierto.



Camino sobre las Aguas.

Voy hacia donde caen las últimas banderas,
hacia donde brillan las piedras y cantan
las perdidas voces del Cielo.

No tengo peso ya.



Diego Roel
Argentino - 1980

Nació en Temperley y actualmente reside en Mendoza. Publicó “Padre Tótem/Oscuros umbrales de revelación” (Ed. Libros de Tierra Firme – 2004); “Diario del Insomnio” (Ed. Libros de Tierra Firme – 2005); “Cuaderno del desierto” (Ed. Libros de Tierra Firme – 2007) y “Las variaciones del mundo” (Ed. El Mono Armado – 2010) de donde es esta selección.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Carlos Skliar




Escribo a las veintitrés de mi noche

Lo hago
Porque hoy hubo
La presencia de un no
Entre mis huesos

Un no dicho con los ojos

El no más cristalino

Podría escribir por otras razones
Pero no las tengo

Siquiera soy tenido en cuenta
Por las avergonzadas dudas
Que deambulan
Por cualquier pueblo

La cuestión es
Que el no devino
Y se hizo polvareda seca
Ojo asustado ante la sombra

No bajé mi cabeza
Fui abismado por ella
Hasta tocar la punta
De todos los pies

¿Qué dirías del no
Ahora que son las tres de tu mañana
Y lo único que remuerdes
Es la impaciencia de tu sueño?

Soy yo el que dice
“Dime lo que debo hacer”
Soy yo
El que quiere despertarte
Unas horas antes

¿Y qué dirás del no
Ahora que son las nueve de tu noche
Y que aún no has regresado
A la espesura del amor?

Soy yo el de la ira
La ira seca de su pátina

El no es soledad

La única soledad
Sin parentesco
Sin ligereza

Sin potestad



Carlos Skliar
(Inédito)

(Buenos Aires, 1960) publicó los libros de poemas Primera Conjunción (1981), Hilos después (2009) y Voz apenas (2010), el libro de aforismos y ensayos La intimidad y la alteridad. Experiencias con la palabra (2006); participó en la Antología de la nueva poesía argentina, organizada por Daniel Chirom (1980) y algunas de sus poesías fueron editadas en suplementos literarios y culturales (La Opinión Cultural, entre otros).

Ha escrito diferentes ensayos educativos y filosóficos, entre ellos: ¿Y si el otro no estuviera ahí? (2001); Habitantes de Babel. Política y poética de la diferencia (2001, con Jorge Larrosa); Derrida & Educación (2005); Pedagogía –improbable- de la diferencia (2006); Huellas de Derrida. Ensayos pedagógicos no solicitados (2006, con Graciela Frigerio); La educación –que es- del otro (2007); Entre pedagogía y literatura (2007, con Jorge Larrosa); Experiencia y alteridad en educación (2009 con Jorge Larrosa); y Conmover la educación (2009, con Magaldy Téllez). Es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Argentina, Investigador del Área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y docente en la Maestría en Comunicación y Cultura de la Universidad de Buenos Aires. Conduce desde 2005, junto a Diego Skliar, el programa de radio “Preferiría no hacerlo”, por FM La Tribu, de Buenos Aires, Argentina.

viernes, 17 de septiembre de 2010

León Gieco

Claudio Lepratti "Pocho"




El Ángel de la Bicicleta

Cambiamos ojos por cielo
Sus palabras tan dulces, tan claras
Cambiamos por truenos
Sacamos cuerpo, pusimos alas
Y ahora vemos una bicicleta alada que viaja
Por las esquinas del barrio, por calles
Por las paredes de baños y cárceles
¡bajen las armas
Que aquí solo hay pibes comiendo!
Cambiamos fe por lágrimas
Con qué libro se educó esta bestia
Con saña y sin alma
Dejamos ir a un ángel
Y nos queda esta mierda
Que nos mata sin importarle
De dónde venimos, qué hacemos, qué pensamos
Si somos obreros, curas o médicos
¡bajen las armas
Que aquí solo hay pibes comiendo!
Cambiamos buenas por malas
Y al ángel de la bicicleta lo hicimos de lata
Felicidad por llanto
Ni la vida ni la muerte se rinden
Con sus cunas y sus cruces
Voy a cubrir tu lucha más que con flores
Voy a cuidar de tu bondad más que con plegarias
¡bajen las armas
Que aquí solo hay pibes comiendo!
Cambiamos ojos por cielo
Sus palabras tan dulces, tan claras
Cambiamos por truenos
Sacamos cuerpo, pusimos alas
Y ahora vemos una bicicleta alada que viaja
Por las esquinas del barrio, por calles
Por las paredes de baños y cárceles
¡bajen las armas
Que aquí solo hay pibes comiendo!


Letra y música: León Gieco



Claudio Lepratti

"El ángel de la bicicleta" es la historia de Claudio Lepratti, alias "Pocho".Pocho era un muchacho de 35 años que vivía en el barrio Ludueña, sirviendo a la gente como integrante de la comunidad salesiana. Pocho trabajaba en una escuelita de bajos recursos de Rosario, colaborando con un comedor infantil. Su característica era que se movilizaba en su bicicleta y que siempre estaba dispuesto a ayudar a su prójimo.Claudio ―Pocho para todos sus amigos― era 'un pacífico, comprometido con el barrio; el sueldo que sacaba en la escuela lo ponía a disponibilidad de la gente de la villa que lo necesitaba', cuenta, con marcada tristeza, el padre Néstor Gastaldi."El ángel de la bicicleta, le decíamos, porque andaba en su bicicleta, estaba enterándose y buscando la ayuda para cada familia", recuerda el padre Gastaldi. En diciembre del 2001, en medio de la situación sociopolítica que vivía la Argentina, fue asesinado de un balazo en la garganta, mientras le pedía a la policía que no disparase contra el comedor donde él colaboraba, ya que adentro había chicos comiendo. Después de aquel asesinato, por las calles de Rosario se ven las pintadas con una bicicleta alada, recordando a "Pocho".

Fuente: http://aquelloquenoves.blogspot.com

jueves, 16 de septiembre de 2010

Rolando Revagliatti




Al final

Siempre llego tarde al comienzo
aunque nunca
dejo de ser advertible
entre los primeros en llegar

a la convicción
al objeto
al fraude
al reconocimiento
a la derrota
al recelo
al éxito

al reiterado comienzo
al cual siempre
llego tarde.




Nos hemos quedado en el camino

Nos hemos, camino, en vos quedado
En vos nos hemos, camino, quedado

Ignoramos el número de veces

Atesoramos
en la neblina
del camino
esa ignorancia

En vos quedado nos hemos camino.



Rolando Revagliatti
De - Habría de abrir (2010)
© Ediciones Recitador Argentino

Ilustración: Andrés Casciani

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Atilio Jorge Castelpoggi




Las calles
1



Buenos Aires comienza siempre
en el destino de un sueño
o a la altura de un recuerdo más o menos
intenso.
A veces es como un gran pensamiento
que se interna adentro de uno mismo
y se transforma de repente en la velocidad
de una mirada
llena de fervor por las cosas más mínimas:
un nombre, unas calles,
el nivel de alguna duda que destrozamos
de improviso en un beso,
o alguna mujer por la cual corremos sin saber
el porqué
ni hasta dónde llegamos.
Otras veces es un inmenso mapa de encuentros
más o menos hermosos
o una piel dibujada en los croquis de una guía
de turismo,
o un trozo enorme del corazón,
del tuyo, del mío,
del corazón de todos.


Las calles
2



Porque yo conozco a las calles
de mi ciudad
a superficie de todas mis sonrisas y mis llantos,
el barrio,
la porción de mi antiguo baldío
–ahora tan sólo fijado en un rincón
de la memoria-
o los pedazos pintados por el asfalto
o por ese algo que nos pasa de pronto,
o esas zonas que nos miran desde las vidrieras
lujosas
abiertas a toda tentación como si fueran

los labios de una hembra
que lleva todos los deseos de la tierra.

Yo conozco el centro lamido de perfumes
y de gentes,
gentes con caras distintas
llenas de apuro en los teléfonos públicos,
o en las colas de compras,
o en los puestos de diarios y revistas cualquiera
sin tasa ni medida.
Conozco esas otras donde se trafica el hambre
del amor
y la sed de algún abrazo,
y barrios elegantes y horizontales
más modernos;
o aquellos maniatados de pobreza
de los que muerden la impotencia de mirarse
las manos
y nada más.
O esos, de pizzerías y cines surtidos
en que todo es igual
como un tango de Discépolo.
Cambalaches para llorar a gritos
y jugos de frutas y copetín al paso,
y ese hasta luego siempre subiéndose al destino
volteando los días huidos de nosotros mismos,
y la pereza cotidiana que arremolina el tiempo.





Atilio Jorge Castelpoggi
De "Buenos Aires mi amante"

(1919-2001) fue poeta y ensayista. Creador enamorado de su ciudad -Buenos Aires- en 1960 obtuvo el Premio "Leopoldo Lugones" (1963), al que le siguieron: Premio Fondo Nacional de las Artes (1967), Primer Premio Municipal de Poesía (bienio 1988/89), Segundo Premio Nacional de Poesía (cuatrienio 1988/1991) y Gran Premio de Honor de la SADE (1996) por el conjunto de su obra.

"Cuaderno de noticias"
"Tierra sustantiva"
"Pecado de desmesura"
"Apenas un cuidador de palabras"
entre otros.

martes, 14 de septiembre de 2010

Eduardo Galeano




Caminos
Por Eduardo Galeano


Querido Stig:
Ojalá seamos dignos de tu desesperada esperanza.
Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.
Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.
Ojalá podamos merecer que nos llamen locos, como han sido llamadas locas las Madres de Plaza de Mayo, por cometer la locura de negarnos a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.
Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo.


(Palabras de agradecimiento, al recibir el premio Stig Dagerman, en Suecia, el 12 de septiembre, 2010.)

Fuente: www.página12.com.ar


Ilustración: Andrés Verderosa Moyá

lunes, 13 de septiembre de 2010

Hakushu Kitahara



Sen Rikyu *

Sen Rikyu amaba el té
porque le complacía el espíritu del té.
Alma tranquila y noble del amanecer y del atardecer.
El humo era más amado aún que el té.
Mantener la sutileza en la apariencia
equivale a purificar el alma con sutileza.
Por eso Rikyu permanecía sentado
y le sonreía al sol tenue bajo el pabellón de té.



Palma de la mano

En la palma de mi mano reluciente
está un Buda de Oro.
De mi alma reluciente
desapareció el Buda en un parpadeo.
Volteando la palma de mi mano reluciente
busqué al Buda todo el día.



Impresión del crepúsculo

Delicia de los besos... murmullos...
Mas la sangre invisible gotea en el cielo
como el rugido de una bestia herida y agonizante.
¿Por qué duele tanto?



* Sen Rikyu: Fundador de la escuela Urasen-ke de la ceremonia del té.


Hakushu Kitahara
(1885-1942)

Nació en una familia tradicional de vinicultores de la Provincia Fukuoka,
al sur del Japón. Empezó a escribir poemas al estilo japonés (tanka) a los
dieciocho años. Cuando tenía veinte años se traslada a la capital, Tokio,
donde entra al departamento de letras inglesas de la Universidad de
Waseda, pero abandona los estudios. Poco después se hace miembro del
grupo literario Shin-shi-sha (Grupo de la poesía nueva), colaborando
para su revista Myodyo (El Lucero). Es uno de los primeros poetas japoneses
que escribieron bajo la influencia baudelairiana. En 1909 publica
su primer libro de poesía, Dyashumon (La herejía), en el que expresa su
marcada inclinación hacia el erotismo decadente y exotismo simbolistas.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Carlos Barbarito




La idea de la inmortalidad

(A Marianne Moore)



Excluida la idea de la inmortalidad,
quedan el polvo,
la hierba,
el agua que forma charcos,
la rama desde la que canta el pájaro,
cierto misterio que la razón
supone sombra pasajera.
Queda, en fin, la vida,
el cuarto donde una mujer se sube las medias,
el otro cuarto, acaso contiguo,
donde dos se desnudan
y se abrazan, y al terminar
se dicen, uno al otro:
no moriremos.



Carlos Barbarito
Nació en Pergamino, Argentina, el 6 de febrero de 1955.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Luis Luchi



Dejar la casa por la guerra


Salgo para la guerra
llegó el momento
la mochila se pasó toda la vida preparada
le faltaba mi espalda
y el final de los finales de mi incertidumbre
despilfarrada mi acción
en ingenuidades de heroismo
en los campos de teruel
sierras morenas los angeles
vietnams norte y sur
en salta dejándome la barba
en canelones usando peluca de oruro
aprendiendo a revolear el machete
yo que temblaba cuando hervía la pava
me incorporo y da vueltas el disco
a veces cantando a veces silbando;
estado asambleario
todo el poder a los soviets
derribar los muros de las cárceles
de los palacios de justicia
de las panaderías de las confiterías
de los canales de televisión
con premios para todos
destituyendo a los jefes
reirnos de las competencias
y ganar con la mayor cantidad
de gente posible
para que den todas sus posibilidades
y se lleven todo lo que necesitan
y algo más,
que eso va a haber.


Luis Luchi
(de Mishiadura..., 1933)

Ilustración: El Catecismo de los Mafaldos - Alfredo Sábat

viernes, 10 de septiembre de 2010

Luis Luchi



El Sena para mí
en la voz de: Luis Luchi



Sé un poco para mí
Sena, que otros poetas te poseyeron.
Me encuentro tan lejos
para nadarte o andarte en bote.
Si tuviera montones de dinero
bien sabes que apoyaría en las barandas
de tu ruta encajonada
mi cabeza con penas.
Y diría, esto lo imaginaba,
aquello está en su lugar.
O pronto descubriría un recodo
que gocé y viví
y estaré en condiciones de prever:
ahora voy a ejecutar tal palabra,
tendré una aventura
imitaré la luna
o reconoceré que estoy soñando.
Lo más seguro es que estaré soñando.
Y cómo me gustaría, Sena, andar por tus orillas
en una ola sin reposo
de tus períodos de paz.
Presiento que las primaveras
me envolverán
y estarán inquietas cuando no me sienta feliz
y yo les explicaré,
nunca podría dejar de explicarles,
que no estoy triste por ellas,
que todo lo que pueda irme bien
aquí me ocurre.
Que a pesar de haber llegado
sin ser joven,
es posible que me miren y estimen
nada más
que porque escribo versos,
nada más que por eso.
Y puede ser que me decida,
por qué no,
a tirarme en tus aguas y morir.
Y contarán de mí,
eso espero,
un poeta,
argentino,
dejaré mis documentos en regla;
se hundió en el Sena porque lo quería
habiendo tantos ríos en el mundo
y en su país.



Luis Luchi
Nació en Buenos Aires en 1921 (vivió y amó Parque Chas) y murió en Barcelona en 2000, días después de cumplir 79 años. Volvió varias veces al país, pero sólo de visita.

El obelisco y otros poemas (1959)
El ocio creador (1960)
Poemas de las calles transversales (1964)
La vida en serio (1964)
Vida de poeta (1966)
El muerto que habla (1970)
Poemas cortos de genio (1970)
Ave de paso (1973)
Los rostros (1973)
Poemas 1946-1955 (1976)
La pasión sin Mateo (1976)
¡Gracias, Gutenberg! (1980)
Resumen del futuro (1984)
Antología poética (1986)
Fuera del margen (1992)
Mishiadura en las dos ciudades (1993)
Jardín zoológico (1995)
Contestarse a sí mismo en el canto (1997)
Poemas y pinturas (1999)
Amores y poemas en Parque Chas (2001)

jueves, 9 de septiembre de 2010

Jorge Luis Borges



El otro tigre

Pienso en un tigre.
La penumbra exalta la vasta Biblioteca laboriosa.
Y parece alejar los anaqueles;
fuerte, inocente, ensangrentado y nuevo.
El irá por su selva y su mañana,
y marcará su rastro en la limosa margen,
de un río cuyo nombre ignora.
(En su mundo no hay nombres ni pasado
ni porvenir, sólo un instante cierto)
Y salvará las bárbaras distancias,
y husmeará en el trenzado laberinto,
de los olores, el olor del alba,
y el olor deleitable del venado.
Entre las rayas del bambú descifro,
sus rayas y presiento la osatura,
bajo la piel espléndida que vibra.
En vano se interponen los convexos mares,
y los desiertos del planeta;
desde esta casa de un remoto puerto
de América del Sur, te sigo y sueño,
Oh tigre de las márgenes del Ganges.
Cunde la tarde en mi alma y reflexiono,
que el tigre vocativo de mi verso,
es un tigre de símbolos y sombras,
una serie de tropos literarios,
y de memorias de la enciclopedia.
Y no el tigre fatal, la aciaga joya,
que, bajo el sol o la diversa luna,
va cumpliendo en Sumatra o en Bengala,
su rutina de amor, de ocio y de muerte.
Al tigre de los simbolos he opuesto,
el verdadero, el de caliente sangre,
el que diezma la tribu de los búfalos,
Y hoy, 3 de agosto del 59,
alarga en la pradera una pausada sombra,
pero ya el hecho de nombrarlo,
y de conjeturar su circunstancia,
lo hace ficción del arte y no criatura viviente,
de las que andan por la tierra.
Un tercer tigre buscaremos.
Este será como los otros,
una forma de mi sueño,
un sistema de palabras humanas,
y no el tigre vertebrado,
que, más allá de las mitologías,
pisa la tierra.
Bien lo sé, pero algo me impone esta aventura indefinida,
insensata y antigua.
Y persevero en buscar por el tiempo de la tarde,
el otro tigre,
el que no está en el verso.


Jorge Luis Borges.
De El hacedor (1960)

El 24 de agosto de 1899, a los ocho meses de gestación, nace en Buenos Aires.
Muere en Ginebra el 14 de junio de 1986.

POESIA

Fervor de Buenos Aires (1923)
Luna de enfrente (1925)
Cuaderno San Martín (1929)
Poemas (1923-1943)
El hacedor (1960)
Para las seis cuerdas (1967)
El otro, el mismo (1969)
Elogio de la sombra (1969)
El oro de los tigres (1972)
La rosa profunda (1975)
Obra poética (1923-1976)
La moneda de hierro (1976)
Historia de la noche (1976)
La cifra (1981)
Los conjurados (1985)

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Florencia Abadi




conducción

no me entierren sin mi triciclo
sin la niña al volante
de mi muerte
también


adán quería

poroso el vestido para que sugiera
fragilidad humana
quien interrumpió la perfección
merece música
suficiente


desamor

–qué raro sería, le digo,
muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez
una lluvia que dé señales más claras–
hablar me avergüenza
debajo de mi cama quedó un osito durante años
lo miré con amor muy pocas veces
me hizo sentir tan fría
ese osito de mierda
que casi hablo
me sonrojé a tiempo, ése es el punto
es sexy la vergüenza
no se parece a nada




Florencia Abadi
Nació en Buenos Aires (1979)
En 2001 publicó malaluz (Persé), y en 2009 saldrá Otro jardín (Bajo la luna).

Ilustración: Mauricio Nizzero

martes, 7 de septiembre de 2010

Gino Scartaghiande



Hay viejos que duermen

me dan risa los océanos
con sus profundidades verdes.
No te vayas, te lo ruego.
Mira, no soy precisamente
yo, sino el más hondo barranco
del universo para recibirte.
Las estrellas de tu esperma
estallan dentro de mí,
ninguno de nosotros dos
es éste o aquél.
Hay viejos que duermen
en la estación. Por los suelos.


Que por lo menos

Ayuda a que se vayan las palabras.
Sentido. Sinsentido.
Pero no es la verdad. Es
una cuestión poco interesante.
Es la coerción de dos mil
años de literatura. Pero
no es justamente que
las cosas jamás pensadas se
pusieran a temblar así,
sucede que por lo menos
se comienza a balbucir
tras el silencio de las palabras
y el mal atroz que nos hicieron
siempre a propósito de esos sentidos,
porque la palabra guerra
tiene fusiles que matan,
deveras, y también
ayuda a que se vayan las palabras.



Traducción: Guillermo Fernández

Gino Scartaghiande

Nació en 1951, en Cava de’Tirreni (Salerno). Ha publicado Sonetos de amor para King Kong. Cooperativa Scrittori, Roma, 1977. Ha publicado también en la revista Periodo Ipotético.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Sakutaro Hagiwara



Muerte de una rana

Mataron a una rana,
los niños alzaron las manos formando un corro,
todos juntos,
alzaron pequeñitas
y ensangrentadas manos.
Salió la luna.
Encima del cerro se yergue una persona.
Hay un rostro debajo del sombrero.



Piedad amorosa

Sin duda, con tus dientes bellos y duros,
mujer, masticarás el verdor de hierbas,
Mujer,
con esta tinta de hierba verdegay,
el rostro te pintaré del todo,
te excitaré a la lujuria,
y nos divertiremos con juegos secretos a la sombra del
follaje.
Mira,
aquí las campánulas mueven el cuello,
allá cimbrean los brazos las gencianas.
¡Oh! abrazaré tu seno con firmeza.
Tú, tú me empujarás con toda fuerza el cuerpo.
Así, en medio de este campo desolado,
retocemos como dos culebras.
¡Oh! yo, yo te acariciaré apretándote,
te mancharé la piel hermosa con el verde jugo de la
hierba.



Sakutaro Hagiwara
(1886-1942)

Nació en Japón, (Maebashi), prefectura de Gunma y fue hijo de un médico local. Se interesó en la poesía, especialmente en el tanka; y comenzó a escribir poesías, a pesar de su contrariedad a los deseos de sus padres. En su juventud, comenzó a contribuir poemas a diversas revistas, publicando sus versos tanka en las revistas literarias Shinsei y Myōjō.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Rafael Felipe Oteriño



Una palabra

Para decir: piedra,
pez, viento, paloma,
tuve que vivir.
Para nombrar a un barco,
para decir: estela,
horizonte de mar, bahía,
tuve que vivir.
Para virar,
para guiarme por las estrellas,
para seguir un rumbo fijo,
tuve que vivir.
Para señalar el Norte,
para enviar un mensaje
–hermosos días, hermosas noches–,
para esperar respuesta,
para saber esperarla,
tuve que vivir.
Para decir caballo: mi caballo.

Todo debió pasar
por mis pies, por mis manos,
tocarme, golpearme,
penetrar mi piel
como el lento acoso de una fiera.
Para afirmar: "–éste es el aire
y el fuego",
"–esto lo líquido y lo sólido",
y que aire, fuego,
líquido, sólido,
desnudaran su corazón de medusa,
su confundido aroma,
tuve que vivir.
Más allá de todas las tentaciones,
por encima de todas las preguntas,
tuve que vivir.

Para decir una palabra,
para decir una sola
palabra,
la primera palabra
y la última,
para que naciera esa palabra,
tuve que vivir.



Lo mínimo

Tardamos años en comprender lo mínimo:
el golpe de la piedra en el agua,
la espuma desvaneciéndose en la orilla,
la hoja que se revela al trasluz
y así danza. Su abstracto jardín.
También en ellos está la mano de Dios:
más íntima, menos dolorosa, sin el peso
de guardar el abismo, libre
de su lección moral. Dios sabe por qué.



Rafael Felipe Oteriño
(De Lengua madre, 1995)

Nació en La Plata, en 1945.

Altas lluvias, 1996
Campo visual, 1976
Rara materia, 1980
El príncipe de la fiesta, 1983
El invierno lúcido, 1987
La colilla, 1992
El príncipe de la fiesta, 1983
Lengua madre, 1995

sábado, 4 de septiembre de 2010

Victor Jara

Luchín




Frágil como un volantín
En los techos de Barrancas
Jugaba el niño Luchín
Con sus manitos moradas
Con la pelota de trapo,
Con el gato y con el perro,
El caballo lo miraba...
En el agua de sus ojos
Se bañaba el verde claro,
Gateaba a su corta edad
Con el potito embarrado,
Con la pelota de trapo,
Con el gato y con el perro,
El caballo lo miraba...
El caballo era otro juego
En aquel pequeño espacio
Y al animal parecía
Le gustaba ese trabajo,
Con la pelota de trapo,
Con el gato y con el perro,
Y con Luchito mojado...
Si hay niños como Luchín
Que comen tierra y gusanos
Abramos todas las jaulas
Pa'que vuelen como pájaros,
Con la pelota de trapo,
Con el gato y con el perro,
Y también con el caballo.



Victor Jara

Nace el 28 de Septiembre de 1932 de padres campesinos: Manuel, inquilino. Amanda, cantora. Su infancia transcurre en Lonquén, localidad cercana a la capital y su juventud en Santiago, en la Población Nogales.
A la muerte de su madre ingresa al Seminario Redentorista de San Bernardo. Permanece allí por poco más de un año.
No posee formación musical académica: Su madre le enseña a tocar guitarra. En el Seminario aprende Canto Gregoriano.

11 de Septiembre de 1973: Víctor se dirige a la Universidad Técnica del Estado, su lugar de trabajo, donde cantaría en la inauguración de una exposición, desde la cual se dirigiría al país el Presidente Allende. Los militares rodean el recinto universitario ingresando a él el día siguiente, tomando detenidos a todos los profesores y alumnos que se encontraban en su interior.

Víctor Jara es llevado al Estadio Chile y torturado.
Muere acribillado el 16 de Septiembre, pocos días antes de cumplir 41 años.
Su cuerpo es encontrado en la morgue como NN.




viernes, 3 de septiembre de 2010

Cristina Peri Rossi

Bookworm de luxe




Te he cambiado por el bookworm de luxe;
           ahora, en lugar de las cálidas noches desnudas
           sorbiéndonos los sexos,
           enhebro palabras en la pantalla del ordenador
           como las cuentas de un abalorio vaginal.
           AMOR, cien puntos;
           OLVIDO, quinientos;
           DESAMOR, seiscientos.
           Caen las letras como la saliva caía en nuestros cuerpos
           las fichas rojas anuncian un incendio que ya no es
           de nuestras vulvas
           y drogo mi insomnio senil
           con la musiquita del ordenador
           como antes escuchaba en mi hombro
           tu respiración.
           Te he cambiado por el bookworm de luxe
           y te aseguro, me va bien el cambio:
           como las grandes catástrofes,
           una vez que han pasado,
           se siente dolor,
           pero ya no se tiene miedo.



Cristina Peri Rossi
de Habitación de Hotel (Ed. Plaza&Janés, 2006)

Nació en Montevideo, Uruguay el 12 de noviembre de 1941 y durante la dictadura en su país, al igual que muchos intelectuales se vio obligada a exiliarse. Vive en España desde 1972.

Estudió música y biología y se graduó en Literatura Comparada. De su obra poética destacan “Evohé” (1971), “Descripción de un naufragio” (1974), “Diáspora” (1976), “Europa después de la lluvia” (1987), “Babel bárbara” (1991), “Otra vez Eros” (1994), y “Aquella noche” (1996). Ha sido merecedora de numerosos premios, entre ellos el Loewe de poesía en 2008 por su libro “Play Station”, el Ciudad de Torrevieja en 2007, el Rafael Alberti en 2003, y muchísimos más por lo que es considerada como una de las mayores autoras uruguayas del siglo XX.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Esteban Moore




Transpiraciones

en la noche prendida de silencio
cuando mueren los televisores
de las sombras nace la poesía

-mis dedos restregan su pelo-
y yo
yo sigo siendo

soy:
el mismo enano solitario necesitado de palabras
el que no se acostumbra a viajar con la muerte

el café
calles silenciosas
conducen al café
del solo última casa en luces

allí el solitario
en compañía de sus recuerdos
y copas y humo y música y humo
se envuelve de nostalgia
para dibujar en el aire días posibles

pero…veloz, la madrugada
no tardará en golpear
el sucio ventanal

entonces dispondrán los abandonados

                  de la luz que los agobia




Esteban Moore
Nació en Buenos Aires en 1952. Poeta, traductor y periodista. En poesía ha publicado: La noche en llamas (1982); Providencia terrenal (1983), Con Bogey en Casablanca (1987), Poemas 1982-1987 (1988), Tiempos que van (1994), Instantáneas de fin de siglo (Montevideo, 1999, Mención Honorífica, Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires), Partes Mínimas (Mar del Plata, 1999), Partes Mínimas y otros poemas (Buenos Aires, 2003. Segundo Premio Fondo Nacional de las Artes).

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Ricardo Zelarayán




Una madrugada

Las trizas no se ven.
¡Oh gran sorda al viento!
El viento hace trizas el tiempo.
El día se ha vuelto oscuro
para volverse a aclarar,
para ser otro día.
Mi larga espera no puede ser siempre.
El amor tiene que estar aquí...
no a cien leguas a la redonda.
El gallo despierta,
el pájaro doméstico del canto de la
madrugada.
Mis ojos comienzan a licuarse en contacto
con la luz.
Pero la llamarada sin estrépito del corazón
no despierta a los vecinos.
Ella (es decir vos) ya duerme
pero yo sigo despierto.
Ella dejó todo para mañana.
Es hora, me dijo.
Yo me he quedado como pez fuera del agua
de su mirada...
Feliz de vos (de ella),
por Dios te (me) oiga,
porque yo no estoy tan seguro
de hasta mañana.
Hay una gran diferencia
entre el soñador y el dormido/a
Entre los pájaros que duermen
y el gallo, cantor del alba.
Entre sus ojos cerrados
y mis ojos abiertos.
Todos están afuera (aunque duerman),
todos se han ido
hasta mañana.
Los que duermen han cerrado su sueño
con siete llaves
hasta mañana.
Los insomnes de amor y los otros
se quedan,
esperan.
Y yo visito una fábrica de encendedores
perdidos.
(Hoy no sólo se fabrican objetos para tener
sino también
objetos para perder.)
Pero los encendedores perdidos
no hablan con los paraguas perdidos.
Y yo me voy, pájaro negro,
con el paraguas infinito de la noche
acribillado por tus miradas,
por el recuerdo de tus miradas.
La madrugada es dura
como el pan del olvido.
Tu mirada es sólo un recuerdo
hasta mañana.



Ricardo Zelarayán
Nació en Entre Ríos en 1940
Libros publicados: “La obsesión del espacio” (Poesía, 1973, reeditado en 1997); “Traveseando” (Cuentos Infantiles, 1984); “La piel de caballo” (Novela, 1986, reeditada en 1999 por Adriana Hidalgo); “Roña criolla” (Poesía, 1991); “Lata peinada y otros escritos” (Ed. Argonauta. 2008); “Ahora o nunca” (Poesía Reunida. Ed. Argonauta 2009)

Poesía del Mondongo

A todos, gracias por compartir este espacio

Email: fernando1954@gmail.com