martes, 7 de septiembre de 2010

Gino Scartaghiande



Hay viejos que duermen

me dan risa los océanos
con sus profundidades verdes.
No te vayas, te lo ruego.
Mira, no soy precisamente
yo, sino el más hondo barranco
del universo para recibirte.
Las estrellas de tu esperma
estallan dentro de mí,
ninguno de nosotros dos
es éste o aquél.
Hay viejos que duermen
en la estación. Por los suelos.


Que por lo menos

Ayuda a que se vayan las palabras.
Sentido. Sinsentido.
Pero no es la verdad. Es
una cuestión poco interesante.
Es la coerción de dos mil
años de literatura. Pero
no es justamente que
las cosas jamás pensadas se
pusieran a temblar así,
sucede que por lo menos
se comienza a balbucir
tras el silencio de las palabras
y el mal atroz que nos hicieron
siempre a propósito de esos sentidos,
porque la palabra guerra
tiene fusiles que matan,
deveras, y también
ayuda a que se vayan las palabras.



Traducción: Guillermo Fernández

Gino Scartaghiande

Nació en 1951, en Cava de’Tirreni (Salerno). Ha publicado Sonetos de amor para King Kong. Cooperativa Scrittori, Roma, 1977. Ha publicado también en la revista Periodo Ipotético.

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Poesía del Mondongo

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