viernes, 2 de julio de 2010
Carlos Patiño
Parte de guerra niño
Antoine de Saint-Exuperí
murió al comando de un Lokheed p-38 Lighning en 1941
mientras Hill Barnes retornaba victorioso de otro
vuelo nocturno
Hitler se revolvía excitado como un gato en celo dentro
de su bunker
y no había manera de impedir de que José Manuel Moreno
pusiera la pelota
con su pie como mano
en el rincón del arco apostado esa misma madrugada en
la mesa de un bar.
Las noches de Buenos Aires
se veteaban con el haz de los reflectores
hurgando presagios que jamás hallaron.
Por Rivadavia al este los tranvías timbraban iracundos
contra las cucarachas rojas desnudas de neumáticos
con sus redondos dedos de metal usurpando las vías
Hirohito atravesaba su segunda vejez alimentado
con la vida de los kamikazes.
España trataba de apartar su cáliz sin demasiada suerte.
Los hornos de exterminio funcionaban con prusiana
y estúpida eficiencia
y los italianos intentaban desentumir sus miembros
oxidados de fascismo
buscando recobrar el canto y la holganza
los dos pilares de su sabiduría de pueblo milenario.
Por aquellos años mi madre tenía una bella voz de
contralto y nadie podía consolarla de la muerte de
Carlos Gardel
Glenn Millar ascendía a los cielos de donde nadie lo vio
descender
y a los turbios ecos de la Guerra debían sumarse otras
desgracias
como la historia argentina escrita por Astolfi
el guapo de la otra cuadra que la tenía conmigo
o la horrible sospecha de que entre Stewart Granger y yo
mediaban algunas diferencias
visibles a la hora y en el momento menos oportuno.
La guerra era para mí una absurda geografía
de fronteras muy vivas a costa de la muerte
en el mapa que cada tarde traía la quinta edición de
Noticias Gráficas/
algo lejano, impenetrable,
como Jorge Negrete
el catecismo
los incipientes senos de Risita Ametralladora
el cuadrado de la hipotenusa que es igual al cuadrado de
los catetos
o sea curiosa costumbre nocturna de mi tío Roque
de afeitarse para ir a la cama.
Para ese entonces el que Saint-Exuperí
estallara en su Lokheed
era tan apasionante
como que alguien me leyera un tratado de farmacopea
o intentara explicarme la posición esquizo paranoide de
Melanie Klein
porque jamás, jamás, nada de eso podría
siquiera compararse
con algún tranvía loco
saltando de las vías en Emilio Mitre y Rivadavia atascando el tránsito
hecho mil millones de veces más excitante
que todo aquello
y que la caída de Polonia Hungría y Checoslovaquia
juntas.
Hoy
el choque de dos automóviles aquí a la vuelta
es mucho menos que dar con el dato del modelo de aparato
en el cual el principito halló el lado oscuro de su planeta
y el enigmático rito de mi tío Roque perdió todo misterio
la primera vez que me sorprendí afeitándome
antes de ir a la cama
sabiendo para qué.
Bill Barnes es una vieja tapa de una vieja historia
que muy pocos recuerdan.
Anduve casi toda la tierra de Jorge Negrete
hasta aprender a amarla
y si bien sigo sin entender ese asunto de la hipotenusa
Stewart Granger y yo no nos hemos reconciliado
aunque nunca lo perdone
y sé que invadir Polonia Hungría o Panamá
es una canallada irremisible.
Lo que no estoy seguro/ y nunca lo estaré
es si gané o perdí con esta travesía.
Carlos Patiño
De “SCALAM” 2006
Nació en 1934, miembro del Grupo Barrilete
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Poesía del Mondongo
A todos, gracias por compartir este espacio
Email: fernando1954@gmail.com
Email: fernando1954@gmail.com
4 comentarios:
¡Maravilloso...! Es lo que uno ambiciona: El poema casi perfecto.
¡Envidiable poema del Maestro Patiño!
¡Hijoeputa, cómo puede escribir así!
Fijate Fer (¡de nuevo este plomazo!) que me parece que Kamikaze va así (y no con "s") ¡Abrazo enorme!
Gustavo Caso Rosendi
Gracias Gustavo, ya está salvado el error, che loco esto sumado al error
en la poesía de Dani que costo tiene?
o te sumás al staff? Un fuerte abrazo
Caso Rosendi.
Fernando
Che Gustavo entrá en Estación Quilmes y buscá a Patiño, ahí está el maestro diciendo este mismo poema, con su voz y su pasta ante mucha gente, entre ellos muchos jóvenes, en un Bar de Bernal, Bar Ríe, donde la gente de Radio Hartares en un encuentro del "Club Atlético de Poetas" invitó a Carlitos.
abrazo.
Fer
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