Tlatelolco 68
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Habría que lavar no sólo el piso: la memoria.
Habría que quitarle los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos,
que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica.
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.
Las bocas de los muertos nos escupen
una perpetua sangre quieta.
Jaime Sabines
México (1926 – 1999)
De: Uno es el poeta – Antología
Ed. Visor de poesía – Edic. de Carmen Alemany Bay – 2003
Imagen extraída de: www.jairdbz3.blogspot.com.ar
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