sábado, 29 de septiembre de 2012

Omar Moreno Palacios




PISO ‘E TIERRA


I

Piso ‘e tierra y alpargatas
pa’ bailar a mi manera
sin que levante siquiera
el polvito con las patas.
Es un poema mi ñata
cuando mueve su pollera.

La cosa no es pa’ cualquiera
si está desparejo el rancho

caerá como oreja ‘e chancho
tapao por la polvadera.


II

Enredor de los fogones
el baile es de meta y meta
con aplausos de chancletas
repicando en los talones
Capataceando galpones
mi gato con el patrón

Un viejito retacón
que baila con su viejita

son pura panza y colita
como pichón de gorrión.




Omar Moreno Palacios

Nació en Chascomus, Pcia. de Buenos Aires el 5 de septiembre de 1938.

Músico, compositor y contador de historias.


Interpretación: Grupo vocal Opus Cuatro

Obra: Florencio Molina Campos - “Va...cayendo gente al baile...”, legendaria frase que el gaucho Martín Fierro dijo irónica y burlonamente a una morena, acompaña a una de las obras que Florencio Molina Campos publicara en 1940 para el almanaque argentino de la fábrica nacional Alpargatas.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Rolando Revagliatti





















"SEA OF LOVE"


Es que, mi amor, estoy
demasiado mal
                             acompañado
A los rimadores
me los amasijan en pelotas
¿Qué tal me veo
                              con mis huellas?

Dar en la matadura es poesía, policía
No naufragamos, ¿te acordás?, anoche
Debo seguir sospechando, pero
¿me palpo o no me palpo
la sobria métrica?
¿Qué no tenés puesta?
¿Venís sin qué
                             no tenés puesta?

Investigo mis últimos veinte años después
de esto no hay nada
Calzo un aletargamiento -con perdón- capcioso
Recito: Sumerge la prosa
cuando reflotan los cadáveres.




"THE HANDMAID´S TALE"


Que jacob
el impertérrito penetrador
abra el camino:
murmullos en la platea

A los ovarios serviles de la Patria
el esperma autocrático de Dios:
sonrisas en los palcos

Bendito sea el futuro concebido
en una confluencia de miradas
                                                                subversivas:
suspiros en la pullman

Jezabel, ese coto:
vítores (de la clac) en el paraíso.



Rolando Revagliatti
De "TOMAVISTAS"  La Luna Que [2012] - Colección: La flor consagrada /10
5º Edición

Nació el 14 de abril de 1945 en Buenos Aires.

Http://www.revagliatti.com.ar

domingo, 23 de septiembre de 2012

Chavela Vargas



La Llorona
"Canción popular de  Mexico"


No se que tienen las flores llorona
las flores del campo santo.
No se que tienen las flores llorona
las flores del campo santo.

Que cuando las mueve el viento llorona,
parece que estan llorando.
Que cuando las mueve el viento llorona,
parece que estan llorando.

Hay de mi llorona, llorona tu eres mi xulca
Hay de mi llorona, llorona tu eres mi xulca

Me quitaran de quererte llorona,
pero de olvidarte nunca.
Me quitaran de quererte llorona,
pero de olvidarte nunca.

A un Santo Cristo de fierro llorona,
mis penas le conte yo.
A un Santo Cristo de fierro llorona,
mis penas le conte yo.

Cuales no serian mis penas llorona,
que el Santo Cristo lloro.
Cuales no serian mis penas llorona,
que el Santo Cristo lloro.

Hay de mi llorona, llorona que un campo lirio.
Hay de mi llorona, llorona que un campo lirio

El que no sabe de amores llorona
no sabe lo que es martirio.
El que no sabe de amores llorona
no sabe lo que es martirio.

Dos besos llevo en el alma llorona
que no se apartan de mi.
Dos besos llevo en el alma llorona
que no se apartan de mi.

El ultimo de mi madre, y el primero que te di.
El ultimo de mi madre, y el primero que te di.

Hay de mi llorona, llorona llevame al rio.
Hay de mi llorona, llorona llevame al rio.

Tapame con tu reboso llorona,
porque me muero de frio.
Tapame con tu reboso llorona,
porque me muero de frio.



Chavela Vargas

Nació en San Joaquín de Flores, Costa Rica, 17 de abril de 1919. Murió en Cuernavaca, México, 5 de agosto de 2012.

Música, cantante popular.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Julio Huasi




Increíble para grabar en diversos sepulcros


mis queridas amantes a escondidas
mis queridos hermanos en voz baja
al carajo con todos sus besitos
ya ocultaron demasiados gusanos
rezaréis la oración por el poeta
que murió de un ataque a la ilusión
pero eso sí que no lo sepa nadie
aguantaré esta soledad y la soledad que viene
soy el príncipe más sabio el más laureado
de esta horrible universidad a pesar mío
envainaré el violín bayonetas bestiales
ya que a todas las alondras las escupen
pequeños burgueses pequeños cobardes micos pequeños
pequeño es el que sufre por ustedes
yo abriré vuestra serpiente hermafrodita
por fin ya era hora un denso mar está pariendo
jesús puso la segunda mejilla hizo muy mal
debió pisarles sin asco la cabeza
no andaré más desnudo entre caimanes
vivo en medio del ángel y del fuego
el que me quiera que se juegue y arda
hay que elegir enanos mi amor o vuestros culos
y quizá debo estar agradecido
me degollaron ya todos los niños
y el último recién termina de abortar
hoy tengo el alma llena de cadáveres
los enterraré esta misma noche
mañana viviré os juro es como si naciera
si no os gusta si os parece verde caladla
poesía o muerte y todo lo demás.





Julio Huasi

(de su poemario "LOS INCREIBLES", Ediciones Reunidas Ultimátum,
Buenos Aires 1950


Material aportado:  "Tríptico de difusión literaria", Nº 19 - mayo 2002, por Rolando Revagliatti


Obra:  Tetsuya Ishida

lunes, 17 de septiembre de 2012

Dora Hoffmann
























Como cada mañana


SORPRENDO
la sospechosa rapidez con que las cosas
se deslizan,
mientras caen, resbalan los contornos,
y los espacios se ajustan en un mapa
de caparazones selladas por la rutina.

Y el ramo de temblor en la pared,
los fuegos repentinos del espejo
adentro del crujido
que roe el corazón de toda la noche,
se hunden en la luz
que suelta mi memoria
como cada mañana,
tocando cada cosa por su nombre
para construir la orilla,
la tierra indestructible
donde mis huesos aprenden a morir
despacio.




Nombrar


ROTO el hilo de voz que nombra y ata,
el mundo cae despacio,
y en su disolución
arrastra curvas
y esferas harapientas,
ángulos quebrados en sollozo,
huidas de pies y manos carcomidas,
ventanas desatadas en ráfagas de fuga.

Animales ciegos respiran en la pausa.

Las formas del silencio se alimentan de escombros.




Dora Hoffmann
De " Los habitantes de la memoria" casa impresora Francisco A. Colombo.

Nació en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos.
Publicó dos poemarios: “Los habitantes de la memoria” (1975) y “Cuaderno de viaje” (1977). Póstumamente, en marzo de 1981, apareció su libro “La casa y otras ausencias”.

Imagen Extraída del Blog: http://cristinabernabeo-berbari.blogspot.com.ar/2011/05/un-puente-tendido-la-poesia-de-dora.html

viernes, 14 de septiembre de 2012

Juan Gelman


























PASA


No sé por qué te amo.
Sé que por eso te amo.
Cae mi lengua, como la de Catulo,
en su doble noche de deseo.
Nadie vuelve de vos
a lo que fué. Cuando callan
las palabras inevitables, las
repeticiones del dolor y
los huecos de la tiniebla alta,
conozco tu pacto que sucede de pronto.
Nacer es el apetito que das.
Caballa de la boca.


[a Mara]




REGRESOS


Así que has vuelto.
Como si hubiera pasado nada.
Como si el campo de concentración, no.
Como si hace 23 años
que no escucho tu voz ni te veo.
Han vuelto el oso verde, tu
sobretodo larguísimo y yo
padre de entonces.
Hemos vuelto a tu hijar incesante
en estos hierros que nunca terminan.
¿Ya nunca cesarán?
Ya nunca cesarás de cesar.
Vuelves y vuelves
y te tengo que explicar que estás muerto.





M. A.


Estas visitas que nos hacemos,
vos desde la muerte, yo
cerca de ahí, es la infancia que
pone un dedo sobre
el tiempo. ¿Por qué
al doblar una esquina encuentro
tu candor sorprendido?
¿El horror es una música extrema? ¿Las
casas de humo donde vivía
el fulgor que soñaste?
¿Tu soledad obediente
a leyes de fierro? La memoria
te trae a lo que nunca fuiste.
La muerte no comercia.
Tu saliva está fría y pesás
menos que mi deseo.



Juan Gelman
De "Valer la pena"  -  (año 2001) -  Seix Barral

Nació en Buenos Aires, 1930. Poeta y periodista

martes, 11 de septiembre de 2012

Gustavo “Cuchi” Leguizamón













Zamba del carnaval


Vengo desde el olvido,
toro serrano,
pa' ver si mato penas
carnavaleando.

Me anda faltando plata,
chicha y coraje
y un empujón del diablo
pa' enamorarme.

carnavales carperos,
la chicha y la albahaca llorando en el vino,
los caballos atados, vuelven a la luna al
galope tendido.
Y un empujón del diablo me anda faltando.


Quiero bailar la zamba
los dos solitos
para trampearte el alma
con mi gualicho.

Un pañuelito blanco
busca consuelo,
mi corazón lo sigue
de vuelo en vuelo.

carnavales carperos,
la chicha y la albahaca llorando en el vino,
los caballos atados, vuelven a la luna al
galope tendido.
Y un empujón del diablo me anda faltando, pa´enamorarme.



Gustavo “Cuchi” Leguizamón

Nació en la ciudad de Salta (1917-2000)
Poeta y compositor

Intérpretes: Pedro Aznar con Ángela Irene

sábado, 8 de septiembre de 2012

Anahí Mallol













Bad Girl reading in a Garden


Llorando toda la noche
un detalle
tras las gafas estrelladas
de plástico
multicolor
infantil
toda ella:
los ojos tristes
la melena hasta los hombros
una nena mala
de pelo castaño
casi un muchachito
con esas rodillas
lastimadas
-Qué raro
dice la lluvia
aquí
todavía
no cayó-
respira hondo
los nervios del placer
tan al descubierto
tan oculto
los pechos
que abultan apenas
la blusa de vichy
blanca y rosada
dolores
tendida en un jardín
leyendo
¿a Carroll?
sin saber de otro aliento
que jadea húmedo
en el verano
de la nuca
en la tensión
de quebrar
con los labios apretados
esa fragilidad
de los trece años
con los abrazos
de un viajero encantado
que recorre
corroído por la hipnosis
de la primera vez
la vasta extensión
del desierto americano
el dolor
de la voz
cuando dice
soy tu padre
y hablo claro
y te quiero
y sólo es
otro
hombre celoso
en el lugar
equivocado.


Anahí Mallol
De "polaroid" (2001) Editorial SIESTA

Nació en La Plata en 1968



Obra:  Mujer leyendo  -  Botero 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

César Cantoni














El tiempo irreparable


Quién iba, entonces, a pensarlo.
 Lo cierto es que mi padre está muerto
 como si nunca hubiese estado vivo.
 Un día se le helaron las manos y los pies,
 y la casa se llenó de parientes,
 y mi madre lloró, de rodillas, junto al lecho.
 Todavía lo recuerdo.

Mi padre está muerto o ya no está,
 y no es suficiente ahora saber que fue feliz.
 En este callado amanecer de otoño,
 mientras el agua burbujea en la pava,
 y la radio reporta las últimas catástrofes,
 y yo cumplo con el rito habitual de afeitarme,
 sólo una cosa es real: su ausencia, que no cesa.

(De Continuidad de la noche, 1993)



Aquí no hay Dios


Aquí no hay dios, ni griego ni romano,
 que presida ninguna ceremonia.
 No hay oro ni laurel para los vencedores.

Aquí no hay más que un piquete de obreros,
 con martillos neumáticos, rompiendo la calzada,
 haciendo un pozo que no será nunca

el ombligo del mundo, la fuente de las revelaciones.
 Un pozo más hondo que el sentimiento de los dioses,
 más negro que el propio corazón humano.

(De Triunfo de lo real, 2001)



Album de familia


Murió mi padre, murieron mis abuelos,
 murieron mis tíos carnales y políticos.
 Una familia entera de herreros,
 ebanistas, curtidores, albañiles,
 yace ahora sin fuerzas bajo tierra.

Y yo, el más inútil de todos,
 el que no sabe hacer nada con las manos,
 he logrado sobrevivir impunemente
 para llorar delante de una foto
 lo mejor de mi sangre.

(De La salud de los condenados, 2004)




César Cantoni






(1951) Nació y reside en La Plata, Pcia. de Buenos Aires.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Alfonso Solá González






















Cantos a la noche


Erraba yo por la ciudad oscura,
por calles y por rostros caídos a esa sombra
desde la vida o desde las estrellas;
erraba, viejo soñador, castigado
por la belleza que el amor del hombre no alcanza a conocer
y sabiendo
que el ensueño es vano y alejado como una música
detrás de una puerta que nadie abrirá nunca;
sabiendo
que antes que yo y los sueños de mi vida
rieron las hermosas muchachas
y por entonces amaron
y cantaba el ruiseñor y yo no era el amante;
sabiendo
que cuando yo no esté
otras muchachas buscarán mí rostro en el río de los sueños,
que Eurídice volverá de otros infiernos
con los ojos cubiertos por las aguas y la sombra
para escuchar la vieja melodía de Orfeo
y yo no seré nadie en esa música;
sabiendo
que amar es estar perdido
siempre, siempre, siempre desterrado
en un lento palacio.
Y así erraba yo y alcé los ojos, ¡noche!
para mirar tu gran viento quemado,
oh noche, madre inmensa
tendida en los callados arenales de ébano,
y sentí que la tristeza de amar en este mundo
sólo una fuente,
sólo el canto de un pájaro, sólo una gota de sangre,
no descendía de tu imperio ni de tu gran piedad
sino que aquí crecía,
en el jardín terrestre
donde los hombres y la luz combaten
entre ramas de mármol y pantanos.
Y así pensé en los dioses
que tú nutriste con tus ubres consteladas,
desdichadas criaturas hermosas en su fuego de piedra,
con sus coronas de carbón celeste,
con sus cabelleras de agua dulcemente tejida
para las abejas enloquecidas de amor;
pensé en los dioses de vellosos ijares ardientes
prisioneros de una garza del aire,
de una mejilla pastoral;
los bellos dioses que resplandecieron en la vastedad
y en la arena que flota sobre el mar, y en el viento
que sopla en los cóncavos espacios;
los dioses anteriores
que crearon la alabanza y la tragedia
y los himnos que azotan la tierra y la devastan
con sus carros de hierro.
Pensé en los dioses hijos de tu amor, oh noche,
de tus majestuosos racimos genitales.
Pensé en los dioses
y no pude llorar por su insigne desgracia.
Perdidos en tu reino
se extinguieron como leños sagrados,
como ricas cenizas en el vasto
calor de la rosa lejana.
Pero nosotros
pálidas criaturas,
pájaros de pelo delgado y frío,
animales de fina calavera
delicada como pétalos de nácar,
nosotros
herederos de la gran soledad, escombros del espacio
enterrado en tu gran vientre solemne,
nosotros, soñadores, hijos de la mujer,
engendrados en su luna caída,
nutrimos nuestros sueños con infieles palabras
que el diluvio arrastró como un bosque de arpas
y quisimos poblar la antigua soledad donde arde
la médula brillante del vacío
donde alimentas, ¡vieja loba nevada!
la vasta creación.




II


En el mes de septiembre el hemisferio austral ve llegar la
engañosa primavera con su espejo de almendra.

(¡Ofelia, Ofelia, olvida tu canción!)

Cantando nos perdemos en la oscura ciudad entre los
hombres y las muchachas renacidos en el brillante pavor
de sus cálidos cuerpos, y los amantes queman la rosa del
amor junto al mar que golpea sus sienes inocentes.

(En Dakar es de noche.
Caminamos por la pista del aeropuerto,
viajeros hacia París o Londres,
indiferentes, sensatos, silenciosos
junto al ángel de plata que ha cruzado el mar.

Negros insomnes tallados como ídolos
en el azúcar caliente de la noche.
Solo. Cambiando dinero en el bar de otro continente
sin preguntar por ti. Lejos
de nuestros países agrupados
en torno de las frutas.
solo en la noche tórrida de espumas calcinadas
solo, como el nácar celeste de una vena
quemada por el aliento de ángeles impuros.
Solo en la noche de Dakar,
perdido en el plumaje de un pájaro de llama negra,
en la voz de los viajeros desconocidos,
en el ruido del mar que se levanta resonando
como un trueno de luto.
Solo, lejos de ti,
lejos de las maderas unidas de nuestra casa,
de una pesada pluma de piedra junto al cielo
en Mendoza.
Solo, lejos,
en otra noche estoy).

En el mes de septiembre en nuestras tierras del oeste
reverdecen las viñas
y vienen desde lejos apasionadas noches
en los carros espumosos del agua.

Tú cantas y te pierdes en la oscura ciudad,
sonriendo, mi amor,
sollozando, mi amor,
y buscas el jardín adorado que cuelga
de las llaves del cielo.
El racimo solar cae sobre estos montes
y te golpea el pecho con su piedra de miel.
Como desde lo hondo de un rostro
sepultado en arcones de polvo,
has contemplado el sueño vano de la juventud.
Ahora ya es de noche y duermen los amantes
eternamente separados
en cada sueño,
en cada
latido que gotea una arena distinta.
El desvelado, ausente de un reino,
de una ciénaga de rosas
regresa a la ciudad cuando desciende
sobre la inmensa sombra
la lanza solitaria de la luna.




III


Erraba yo, y vanamente preguntaba.
Llamo a esta puerta iluminada donde
un hombre ha derramado su lámpara de vino;
llamo a esta ventana que han cerrado
para que yo no llame. Este es el resplandor
atroz de la taberna de los pobres
inundada por un río pesado donde flotan
pájaros del diluvio.
Esta es la mirada del ídolo cubierto
de pálidos cabellos tejidos por la muerte,
el ídolo que roe las maderas
podridas de la noche y sonríe en los vastos espacios.
(¿O pensé acaso en el ruiseñor que cantó en aquel granado?)
Preguntaba yo, y allí estaba mi padre
que no dormía en la alta noche velando por el hijo
perdido en la violencia y el canto de las rosas.
Y pregunté qué era esa respiración mortal
y vi un jardín de aire enloquecido
que un gran pájaro bebe solitariamente.
Y sólo el amor paseaba
Con su espejo bordado de hiedra roja y viento.

Alcé entonces los ojos, y también más allá
donde no estás, donde se pierde
inútilmente el hierro de los hombres,
vi el león majestuoso de los astros
alzándose despacio en las arenas
sagradas de la música.



Alfonso Solá González
De “Cantos a la noche” - Editorial de Entre Ríos, Col. Homenajes, Paraná, 1992)

Nació en Paraná, provincia de Entre  Ríos, en 1917.   Egresó como profesor de Castellano y Literatura. Falleció en el año 1975 en la Pcia. de Mendoza.

Poesía del Mondongo

A todos, gracias por compartir este espacio

Email: fernando1954@gmail.com