sábado, 20 de noviembre de 2010

César Cantoni




10.08.05

El perro llegó olfateando,
reconoció la estatua
del prócer de la plaza
y orinó contra el pedestal.

Después se alejó con otros perros,
indiferente al juicio de la historia.


(El perro llegó olfateando)



24.12.05

No puedo afirmar si era el espíritu navideño,
un delirio momentáneo
o el amor consumado esa mañana
lo que la hacía cantar
detrás del mostrador,
pero juro que estaba feliz,
realmente feliz con sus ojeras.


(La muchacha del despacho de pan)




César Cantoni
La Plata 1951
De "Diario de poesía" (2008)

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Poesía del Mondongo

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