domingo, 18 de julio de 2010

Eduardo Dalter



Defensa de la poesía
Palabras con mi hijo


Porque, aunque no lo creas
−plano más concreto−,
la luz de las estrellas
también vuela

y, además, el horizonte
es una línea tan cambiante
de acuerdo a cómo vires
el rumbo de tus pasos.


                    *


De esta arboleda
tomá tu color
o tu desdicha; y tomá
tu mar, tu vaso...
Todo suena, pareciera,
a nueces secas. Pero
también suena un río
      grandioso
que aún no escuchas.


                    *


A mis zapatos remendados
           yo los quiero;
mis zapatos con cartón debajo
           y nylon debajo
para que no entre el agua
           de la lluvia
ni el agua de cuando baldean
           las veredas.
Mis zapatos húmedos y tibios
de mí y con polvo de camino,
           mi camino.
Descansando ahora, debajo
           del mueble
−pueden verlos−,
y mirando gozosos cómo escribo
reclinado en la cama todo
           esto
y cómo abracé hace un momento
           al Caribe hondo y voraz
de Aimé Césaire y Saint-John
           Perse.
Zapatos, zapatos excedidos
           de mí
hasta deformarse, cuartearse
           y agujerearse.
Pero listos y hermanos
y comprendiendo, pareciera,
cuál es la estrella fugaz
y cuál es ésta. Y vamos,
yo adentro de ellos
en la parte que les toca.
Denostados, sin embargo,
           torpemente,
por una mujer, ciega mujer,
abandonada mujer, sola mujer.
Dejadme cruzar la calle,
           poesía,
poesía de los salones,
las rondas, los concilios,
que vengo de galope yo
           con mis zapatos!


                      *


Después del poema
el poema debe seguir y seguir
hasta el poema.
Mas si el poema no sigue
después del poema,
el poeta o bien flaquea
                o bien es de papel
                o bien de tinta.
No le creas al poeta
al que después del poema
se le concluye el poema.
No le creas
                o bien creé,
en el mejor de los casos,
                que flaquea
o que su ser tiene
                interferencias,
mutilaciones, o huesos
                indecisos
−sea Neruda o sea Thomas
                Eliot−.
Después, después del poema
el poema debe seguir y seguir
hasta el poema.


Eduardo Dalter
De Aguas vivas. Buenos Aires, 1993

Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1947. Poeta e investigador cultural. Desde 1971, año en que editó su primer poemario, ha venido desarrollado un quehacer intenso en los ámbitos poéticos. Importantes publicaciones de su país y de América han incluido en sus páginas poemas de su autoría: revista Crisis (Buenos Aires), revista Alero (Universidad de Guatemala), Shantih magazine (New York), Revista Nacional de Cultura (Caracas), y revista Casa de las Américas (La Habana), entre otras. Durante los años de la última dictadura militar de su país vivió en el Oriente venezolano y en la ciudad de Maracaibo, donde en 1982 se publicó uno de sus libros.

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